domingo, 8 de julio de 2012

Sin Edad




Aun en la vejez y las canas,
Dios, no me desampares,
hasta que anuncie tu poder
a la posteridad,
tu potencia a todos
los que han de venir
Salmo 71: 18


Aun en la vejez y las canas, Dios, no me desampares. Esta es una súplica que nace de la ansiedad y la inseguridad, porque con los años, va decayendo nuestra condición física. 
La sombra de la juventud, y el tesoro de la niñez, siguen estando presentes en nuestra memoria porque son parte de nuestro desarrollo biológico, que finalmente es el diseño de Dios para nuestra vida. Pero hay mucha sabiduría en los años de la madurez.

Teniendo presente que Dios es eternidad, podemos afirmar que el tiempo para Dios es un detalle que Él domina y que está a su disposición. Así por ejemplo encontramos en la Biblia el caso de Sara, una mujer que en su climaterio tuvo al hijo de Abraham, el hijo de la promesa (cf. Génesis cap. 11); también el caso del rey Ezequías, que clamó  a Dios mientras se sentía morir "y descendió el sol diez grados atrás" (cf. libro de Isaías cap. 38); con esta señal , le fueron concedidos 15 años más de vida. 
Existen muchos ejemplos en las Sagradas Escrituras que nos hacen pensar que, para Dios, lo más importante es la disposición del corazón, la fe y la confianza en Él.

Oh. Señor, "enséñanos de tal modo a contar nuestros días
que traigamos al corazón sabiduría"
(Salmo 90:12)

"Sombras del pasado"
Lubomir Bukov

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