¡Redime, Dios, a Israel
de todas sus angustias!
Salmo 25: 22
Para que haya redención es necesario un redentor. En el sentido más amplio de la palabra, cuando alguien redime es porque recupera algo que se había perdido. Para nosotros los cristianos, Jesucristo es nuestro Señor y Redentor.
Somos redimidos y nuestra vida tiene una nueva significación, gracias al Amor de Dios.
Estoy convencida que del mismo modo como Dios redimió a la humanidad a través de su Hijo Jesucristo, también puede redimir, en cada uno de sus hijos, aquellos aspectos de la vida que consideramos perdidos. Redime nuestros errores del pasado, el tiempo que consideramos "perdido", nuestros sueños rotos y redime, además, nuestro concepto de vida abundante.
En las palabras de Job:
"Si tú dispones tu corazón,
y tiendes hacia Dios las manos;
si alguna iniquidad hay en tus
manos, pero la apartas de ti,
y no consientes
que more en tu casa
la injusticia,
entonces levantarás tu rostro
limpio de mancha,
serás fuerte y nada temerás.
Olvidarás tu miseria,
o te acordarás de ella
como de aguas que pasaron.
La vida te será más clara
que el mediodía;
aunque oscurezca,
será como la mañana.
Tendrás confianza,
porque hay esperanza;
mirarás alrededor
y dormirás seguro
(Libro de Job, cap. 11)
¡Redímenos, Oh Dios, de todas nuestras angustias!
Para que haya redención es necesario un redentor. En el sentido más amplio de la palabra, cuando alguien redime es porque recupera algo que se había perdido. Para nosotros los cristianos, Jesucristo es nuestro Señor y Redentor.
Somos redimidos y nuestra vida tiene una nueva significación, gracias al Amor de Dios.
Estoy convencida que del mismo modo como Dios redimió a la humanidad a través de su Hijo Jesucristo, también puede redimir, en cada uno de sus hijos, aquellos aspectos de la vida que consideramos perdidos. Redime nuestros errores del pasado, el tiempo que consideramos "perdido", nuestros sueños rotos y redime, además, nuestro concepto de vida abundante.
En las palabras de Job:
"Si tú dispones tu corazón,
y tiendes hacia Dios las manos;
si alguna iniquidad hay en tus
manos, pero la apartas de ti,
y no consientes
que more en tu casa
la injusticia,
entonces levantarás tu rostro
limpio de mancha,
serás fuerte y nada temerás.
Olvidarás tu miseria,
o te acordarás de ella
como de aguas que pasaron.
La vida te será más clara
que el mediodía;
aunque oscurezca,
será como la mañana.
Tendrás confianza,
porque hay esperanza;
mirarás alrededor
y dormirás seguro
(Libro de Job, cap. 11)
¡Redímenos, Oh Dios, de todas nuestras angustias!
Imagen tomada de la web
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