Mi boca abrí y suspiré,
porque deseaba
Tus mandamientos
Salmo 119: 131
Mi boca abrí y suspiré. No sabemos si lo que hace suspirar al salmista es solamente el deseo ferviente y la urgencia por la Palabra de Dios, los "mandamientos", o si en ese gesto hay algún otro sentimiento.
Cuando oramos, cuando nos presentamos ante Dios en oración, podemos llevarle todo lo que está en nosotros. No solamente lo que hemos aprendido o lo que "deberíamos". Con lágrimas, con sudor, con lamentos, con ansiedad o con suspiros... con nuestra verdad; Dios nos acoge en su misericordia y su Palabra nos reconforta.
Sin duda, una de las grandes enseñanzas del Libro de Los Salmos, es que Dios está dispuesto a escuchar nuestra voz. Una voz llena de quejas, lamentos y suspitros, más que de gratitud, alabanza y gozo. Y cuando le entregamos nuestra sincera oración, su corazón de Padre es movido a misericordia.
Gracias Señor, por tu misericordia y tu gran Amor
Mi boca abrí y suspiré. No sabemos si lo que hace suspirar al salmista es solamente el deseo ferviente y la urgencia por la Palabra de Dios, los "mandamientos", o si en ese gesto hay algún otro sentimiento.
Cuando oramos, cuando nos presentamos ante Dios en oración, podemos llevarle todo lo que está en nosotros. No solamente lo que hemos aprendido o lo que "deberíamos". Con lágrimas, con sudor, con lamentos, con ansiedad o con suspiros... con nuestra verdad; Dios nos acoge en su misericordia y su Palabra nos reconforta.
Sin duda, una de las grandes enseñanzas del Libro de Los Salmos, es que Dios está dispuesto a escuchar nuestra voz. Una voz llena de quejas, lamentos y suspitros, más que de gratitud, alabanza y gozo. Y cuando le entregamos nuestra sincera oración, su corazón de Padre es movido a misericordia.
Gracias Señor, por tu misericordia y tu gran Amor
Pintura: Pablo Picasso
No hay comentarios:
Publicar un comentario