sábado, 30 de noviembre de 2013

Bondad y sabiduría




Bueno eres Tú,
y bienhechor;
Enséñame tus estatutos
Salmo 119:68

La bondad del Señor es infinita y santa. Bueno y bienhechor, exclama el salmista como una manera  de decir con fuerza, algo que es difícil de explicar pero que se siente. Porque la bondad del Señor está siempre presente en nuestra vida, aunque pocas veces tenemos plena conciencia de ella; generalmente sucede cuando sentimos que recibimos mucho más de lo que son nuestras expectativas.

La bondad del Señor se manifiesta especialmente en que es Él mismo quien toma la iniciativa para buscarnos y rodearnos con sus beneficios, que son en realidad la expresión
potente de su santo Amor.

Para el salmista la bondad del Señor se manifiesta en el aprendizaje, en la paciencia que Él nos tiene cuando nos equivocamos, cuando no actuamos conforme a sus mandamientos; El Señor en su bondad, nos perdona y nos da nuevas oportunidades de aprendizaje.

Para mi hoy, la bondad del Señor se manifiesta en descanso. Un descanso que no tiene que ver con muchas tareas por hacer. Más bien es el alivio de entregarle aquellas relaciones, circunstancias y condiciones  que forman parte de mi vida cotidiana que me producen agobio y fatiga interior. Ese descanso proviene de la bondad del Señor.

Me quedo con la expresión del libro de Lamentaciones: 
Bueno es esperar 
en silencio 
la salvación del Señor 
(Lamentaciones 3:26

Pintura: Jeffrey Larson


viernes, 29 de noviembre de 2013

Escuchar y aprender




Escucha, pueblo mío, mi Ley;
inclinad vuestro oído
a las Palabras de mi boca
Salmo 78:1

El lenguaje y las palabras tienen una cualidad sagrada, esta afirmación resulta paradojal si pensamos en "todos" los usos que le damos a las palabras, tanto es así, que existen las que llamamos "malas palabras". Pero, en su origen, las palabras y el lenguaje nos fueron entregados por Dios, cuando usó las palabras para dar forma al mundo, el universo completo.

El salmista despliega sus palabras y sus versos, para instruirnos como receptores del lenguaje. En este sentido, vuelven a resonar las palabras de nuestro Señor Jesús, registradas en los santos Evangelios diciendo, en varias ocasiones: "el que tenga oídos para oír, oiga"

Saber escuchar es una cualidad que se puede ejercitar. Tenemos que reconocer que somos más proclives a hablar que a escuchar. Suele suceder en nuestras conversaciones que estamos muy ansiosos de expresar nuestras ideas y puntos de vista, y eso a duras penas nos deja terminar de escuchar lo que otras personas dicen.

Escuchar tiene muchos beneficios. El Apóstol Pablo dice (Romanos 10:17) que "la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios"

Las palabras sagradas, la Ley moral de Dios, tiene valor espiritual cuando deja de ser "información"  que reduce el lenguaje a un simple material o dato para ser usado según nos convenga. La Palabra de Dios escuchada con los oídos del corazón se transforma  en un bien que podemos "degustar" libremente, con la asistencia del Espíritu de Dios, para ser asimilada, "comida" y saboreada.

¡Oh Señor, ayúdame a silenciar mi propia voz
para escuchar las Palabras de tu boca!

Pintura: Jon Anderson


jueves, 28 de noviembre de 2013

Renovación



Acércate a mi alma,
redímela
Salmo 69:18

Hay momentos en que lo único que necesitamos es saber que Dios está cerca. Ese pensamiento renueva nuestro ser por completo. 

No basta el conocimiento intelectual que nos dice que Dios está en todo lugar, aunque es verdad. Lo que necesitamos es volver a la oración para escuchar aquellas frases que sabemos de memoria - "Yo estoy contigo..."
En medio de la oración Dios nos dice lo mismo, pero entonces algo cambia. Comienzan a tomar vida esas palabras: te guardaré, ... te defenderé,... te redimiré. La oración no nos enseña algo nuevo, más bien nos trae certezas y seguridad. La más completa seguridad porque Dios no cambia, tal como sus promesas siguen teniendo la misma vigencia y significado. Nuestra vida puede tomar distintas direcciones, porque está en constante movimiento, es dinámica y cambiante; pero Dios sigue siendo el mismo y su Palabra permanece inalterable. En nuestras súplicas somos renovados. 

La oración es el lugar y el momento donde nuestra fe se revitaliza y las promesas del Señor se cumplen.

¡Oh Señor, acércate a mi alma
 y redímela!

Pintura; Brian Kershisnik

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Esperanza confiable




Tú eres mi escondite
y mi escudo;
en tu Palabra
he puesto 
mi esperanza
Salmo 119: 114


Vivir en la esperanza y ver pasar el tiempo,  puede llevarnos a un sentido de ridículo o de impracticabilidad, porque vivir en la esperanza está más lejos que el sólo hecho de desear. 
Si nuestra esperanza la ponemos en Dios, es porque se trata de algo aparentemente imposible para nosotros, por nuestra condición humana;  pero Dios no tiene limitación alguna.

Dios ha prometido en su Palabra: 
"Yo estoy contigo, no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" - libro de Isaías 41:10

martes, 26 de noviembre de 2013

Mesa para dos




Oh Señor, 
Dios de mi salvación,
día y noche clamo delante de Ti
Salmo 88:1

Una de las grandes lecciones que nos entrega el Libro de los Salmos, es la íntima comunión del salmista con su Dios. Un Dios y Padre que no ha cambiado; hoy también está lleno de bondad, de santidad, justicia y misericordia. Es nuestro Dios que continua esperando que nos comuniquemos con Él a través de la práctica de la oración.

El teólogo contemporáneo Eugene H. Peterson, en su libro "Correr con los Caballos" ilustra el momento de la oración como el tiempo que una persona aparta para una conversación profunda, íntima y personal con Dios. En ese momento el mundo no desaparece, está en la periferia de ese espacio protegido e íntimo donde es posible escuchar la voz de Dios directamente. 
Peterson continúa diciendo que existe también una parodia de oración donde los detalles son los mismos. La diferencia está en que la persona al otro lado de la mesa es "Yo mismo" y el mesero es Dios. Este mesero-Dios es esencial porque es quien recibe las quejas y las ordenes. No hay cena sin él pero jamás participa íntimamente en ella, porque la persona que recibe toda la atención es "Yo mismo" - mi humor, mis ideas, mis intereses, mi satisfacción o la falta de ella.

Cuando leo en este salmo - día y noche clamo delante de Ti - pienso en esa oración continua, una comunión permanente que, al parecer, muchas personas logran tener con Dios.  Pero también me gusta la idea de esos encuentros íntimos, elegidos, esperados, tranquilos y a solas con Dios de los que habla Eugene H. Peterson.
El Libro de Apocalipsis nos enseña que Dios espera por esos encuentros (Apocalipsis 3:20):
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo;
si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él
y él conmigo.

Recordemos también el Salmo 23 que nos dice que el Señor mismo es quien prepara la mesa... y nos espera... una mesa para dos.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Con paciencia




Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová.
Salmo 40: 1-3


Hoy sólo quiero orar los versos de este Salmo. 
Para hacerlo usaré la paráfrasis que incluyo.

Paráfrasis:
Con paciencia voy a esperar a  mi Señor
Estoy segura que Él se inclinará hacia mí y escuchará mi clamor
Me sacará de este estado de ansiedad en el que me siento hundida
Me pondrá a salvo sobre la Roca que es El mismo
Recibiré su corrección
Estaré tan contenta que brotará espontáneamente de mi boca
un canto de gratitud, alabaré a mi Dios por su misericordia
será tan evidente que sólo EL ha intervenido en mi vida
que muchas personas se preguntarán y buscarán a mi Dios
Amen
Así sea


Pintura: Jeffrey Larson


*** 
Tengo algunos problemas con el servicio de Internet.
El proveerdor dice que quedará resuelto a la brevedad posible.
Mientras eso ocurre, te pido disculpas por no poder compartir
"Un salmo para el camino" con la regularidad que desearía.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Sabor a eternidad



En la Ley de Dios está su delicia,
y en su Ley medita 
de día y de noche
Salmo 1:2

En este Salmo 1 hay un notable retrato de quien vive bajo la Ley de Dios. Su vida está llena de la Palabra de Dios; es como "un árbol plantado junto a corrientes de agua..."

Para el salmista la Palabra de Dios no solamente se lee con devoción, con interés, y con amor; tratando de encontrar en ella lo que Dios nos está diciendo en forma particular. También se lee con gozo, disfrutando su contenido, como se disfruta cada bocado de un manjar delicioso.

Hoy que nos acercamos al altar de la adoración a Dios, seguiremos el ejemplo del salmista, y al enfrentarnos con las Sagradas Escrituras, seremos más conscientes de que allí encontramos salud, integridad, vitalidad, santidad, sabiduría y esperanza. Es el pan de vida, el bocado delicioso que día y noche nutre nuestra conciencia moral y nuestro espíritu con las verdades eternas.

Pintura: Albert Aublet

sábado, 23 de noviembre de 2013

Ojos y corazón



Los mandamientos del Señor
son rectos: 
alegran el corazón;
el precepto del Señor es puro:
alumbra los ojos
Salmo 18: 8 

Los mandamientos del Señor, sus preceptos y todo lo que necesitamos para nutrir nuestra vida espiritual se encuentran en las Sagradas Escrituras. Un texto inspirado por el Espíritu de Dios que, según el salmista, alumbra los ojos y alegra el corazón.

Hay una frase de Franz Kafka, inquietante como sus historias, y certera en la pregunta que incluye:  "Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en la cabeza, ¿para qué leerlo?... Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo 
que llevamos dentro"

En un episodio narrado en el Evangelio según San Lucas (Lucas 10:26),  Jesús pregunta a los interpretes de la Ley - personas que dedicaban su vida al estudio de las Sagradas Escrituras y la Ley  - ¿Cómo lees?

¿Cómo leemos las Sagradas Escrituras
¿Sólo con los ojos?
La pureza de la Palabra de Dios puede alumbrar nuestros ojos, nuestros pasos y toda nuestra vida. Cuando leemos involucrando únicamente  nuestros ojos, los preceptos y los mandamientos pueden deslumbrarnos con su belleza literal, sus metáforas y la nobleza de los conceptos; pero es probable que sólo queden atrapados en la retina de unos ojos curiosos.

¿Cómo leemos las Sagradas Escrituras
¿Sólo con el corazón?
La rectitud que emana de los mandamientos del Señor puede emocionarnos profundamente y llenar nuestro corazón de alegría, bellos propósitos y buenas intenciones. Pero ya sabemos que nuestras emociones son como pompas de jabón, que ante el primer roce con la realidad serán destruídas.

Necesitamos, en términos muy prácticos, recurrir al "autor intelectual", a quien inspiró el texto bíblico, para que nos revele los contenidos completos.  Sólo el Espíritu de Dios es quien nos puede ayudar a involucrar todo nuestro ser cuando leemos la Palabra de Dios. De esta manera  será asimilada como verdaderas semillas de vida, como alimento espiritual y fuente de completo deleite, sin prisa y sin fin.

¿Cómo leemos?

Oh Señor
Tu palabra es perfecta,
enséñanos a amarla y vivirla por completo

viernes, 22 de noviembre de 2013

En busca del perdón




Respóndeme pronto, oh Señor,
porque desmaya mi espíritu;
No escondas de mí tu rostro,
No venga yo a ser semejante a los que
descienden a la sepultura.
Salmo 143: 7

Una mezcla de miedo, vergüenza y esperanza es lo que hay detrás de esta súplica. David tiene absoluta conciencia de que merece el castigo de Dios por su pecado y sin embargo está dispuesto a aceptar el castigo, no así la ausencia de Dios o sentirse abandonado por Él. Por eso insiste en la súplica.

Sabemos que pecar es "errar en el blanco"  y eso nos separa de Dios. Es sobrecogedor cómo David busca el perdón de Dios porque para él la ausencia de Dios es lo mismo que la muerte.

Hay un sincero arrepentimiento de David, buscando y llamando intensamente a la puerta del perdón de Dios; confiando completamente en la gran misericordia del Señor.
Felizmente para nosotros, Dios continua acogiendo el arrepentimiento sincero de sus hijos y continúa 
ofreciéndonos su perdón.

Junto al salmista podemos decir:
Oh Señor, en Tí he puesto mi confianza
a Tí elevo mi alma

Pintura: George Elgar Hicks

jueves, 21 de noviembre de 2013

Completa seguridad




No temas
porque yo estoy contigo;
no desmayes,
porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo;
siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré
con la diestra de mi justicia.
Libro de Isaías 41: 10

El Profeta Isaías nos recuerda las promesas que Dios nos ha dado, de una manera directa, sencilla y completa. Aquí tenemos el tesoro que en ocasiones olvidamos. Bastaría recordar estas palabras para vivir cada día con esperanza, venciendo el desaliento, trayendo victoria sobre nuestros temores más íntimos. 

El Profeta Isaías nos dice que tenemos un Dios, cuya compañía es permanente, que renueva nuestras fuerzas, nos brinda ayuda permanente, nos da sustento y nos rodea con su justicia. 

En las pruebas y dificultades que encontramos en el camino, no estamos solos. Dios Todopoderoso sigue diciendo: No temas porque yo estoy contigo.

Lo que nos queda es apropiarnos de esta promesa 
y cantar junto al salmista:

Señor, roca mía y castillo mío,
y mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía,
en Él confiaré
Salmo 18:2

Pintura: Émile Friant

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Toda la tierra




Toda la tierra Te adorará
y cantará a Tí;
Cantarán a tu nombre.
                                           Selah
Salmo 66:4

Es probable que muchas veces hayamos leído este salmo sin reparar en que cuando el salmista dice "Toda la tierra Te adorará", se refiere a Toda la tierra. Es decir, no está pensando en los que creen en Dios, o en los cristianos solamente. Esta invitación (casi una orden) incluye a toda la humanidad y todo lo creado. Proclama la soberanía de Dios como una realidad que sobrepasa nuestra propia existencia para referirse a una realidad espiritual superior y trascendente donde participamos.

Es significativo que la adoración a Dios incluya el Selah, que significa silencio. Porque Dios, que examina los corazones, merece toda la solemnidad  y la emoción gozosa de nuestro canto. En medio de la adoración a Dios es bueno "hacer" silencio para permitir que la presencia de Dios sea "audible", elocuente como un silencio cargado de emoción.

Toda la tierra Te canta, Oh Dios

Pintura: Christian Schloe

martes, 19 de noviembre de 2013

Reconocimiento



La tierra se estremeció,
los cielos se vaciaron,
delante de Dios, el Dios de Sinaí,
delante de Dios, el Dios de Israel.
Salmo 68:8

Los cielos y la tierra son los grandes testigos del poder y la sabiduría de Dios. La creación guarda secretos de la excelencia  de Dios y su maravillosa mano creadora. Han pasado miles y miles de años desde el inicio situado en Génesis, pero aun los cielos y la tierra no terminan de sorprendernos; la creación completa parece reconocer los pasos de su Hacedor y le rinde permanente homenaje reverente. 

El gran santuario de Dios no tiene límites ni fronteras. 
Del Salmo 19 cantamos: 
Los cielos cuentan la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos

lunes, 18 de noviembre de 2013

En comunicación directa



Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros,
dice el Señor,
pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin
que esperáis.
Entonces me invocaréis,
y vendréis y oraréis a mí,
y yo os oiré;
y me buscaréis y me hallaréis,
porque me buscaréis
de todo vuestro corazón.
Libro de Jeremías 29:11-13

Estos versos son parte de una carta que el Profeta Jeremías escribe a los exiliados de Israel, en Babilonia.

A lo largo de  nuestra vida, todos experimentamos en más de alguna oportunidad el exilio. Esta experiencia interna la vivimos incluso, sin habernos movido de la calle en la cual nacimos. Somos exiliados del vientre materno para comenzar a vivir en un ambiente extraño y duro. Luego somos exiliados en nuestra tierna infancia, del dulce refugio del hogar, para ingresar al demandante y a veces aterrador mundo escolar... Somos exiliados de nuestros lugares de nacimiento para ir a establecernos en  otro país u otra ciudad, por las más complejas razones... El denominador común del exilio es un ambiente indeseado, donde todo está fuera de lugar, donde todo nos violenta.

La carta de Jeremías está dirigida quienes están viviendo la experiencia del exilio; son personas sin esperanza, entristecidas hasta la amargura y la desidia, deseando perderse en el olvido. Y como siempre acontece entre los seres humanos, algunos no aceptaron las instrucciones y la  promesa del Señor. Pero otros encontraron en las palabras del Profeta aquello que es esencial en la vida humana, y eso esencial es Dios mismo.

En nuestro caso:  - ¿Qué haremos cuando nos sintamos en exilio? - ¿Entraremos en una constante queja y desaliento? - Podemos abandonarnos a la tristeza y la soledad, o evadirnos con fantasías y sueños vacíos; o bien considerar las palabras del Profeta.

Creo que es importante comprender que nuestro bienestar espiritual no depende de las circunstancias que nos rodean. El exilio puede ser una oportunidad que nos revelará lo que es verdaderamente importante. La libertad para buscar al Señor con todo nuestro corazón. 

El salmista parece responder al Profeta Jeremías, cuando dice:
En Tí confiarán los que
conocen Tu nombre,
por cuanto Tú, Oh Señor
no desamparaste
a los que te buscaron
Salmo 9: 10


Pintura: William Powell Frith

domingo, 17 de noviembre de 2013

Por su palabra



Porque Él habló y todo fue creado;
dió una orden, y todo quedó firme.
Salmo33: 9

Cuando me encuentro con la verdad de la creación de Dios, en el texto bíblico, vuelvo a preguntarme por el valor de las palabras: Porque Él habló y todo fue creado.
Esa dimensión santa de las palabras es la que no alcanza nuestro lenguaje cotidiano y entonces me pregunto - ¿Cómo podrían expresar todo lo divino esos vasos imperfectos y quebradizos que son nuestras vocales y consonantes? 

Cuando Dios habla, todo queda en orden, todo queda firme. Es una voz llena de autoridad, una voz viva que tiene una dimensión santa y eterna.  Esa es la importancia de prestar atención a lo que Dios nos dice cuando estamos en comunión con Él, cuando oramos, cuando leemos las Sagradas Escrituras.

Encontrarnos con la Palabra creadora de Dios es, por ejemplo, mirar las estrellas pero escuchar al Creador de las estrellas;  presentar nuestras suplicar pero dar espacio y tiempo para que la voz del Señor comience a resonar y devuelva el orden y la firmeza a nuestra vida. Sabemos que Dios continua hablando con poder y autoridad, en nuestros días.

¡Gracias Señor  por Tu Palabra llena de santa autoridad!

Pintura: Steve Harris

sábado, 16 de noviembre de 2013

En fragilidad




porque mis días se desvanecen
como el humo
y mis huesos cual tizón
están quemados
Salmo 102: 3

LLegar a sentirnos como lo describe el salmista en estos versos es abrumador.  Se trata de una realidad distorsionada por la culpabilidad y la soledad que puede llevarnos a sentir que estamos separados de Dios.

humo... tizón... quemados. Estas palabras parecen sacadas literalmente de un horno. Es la sensación febril de soledad, el tormento por las culpas y quizás, pecados inconfesables. El salmista continua diciendo: Por lo cual yo como ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas.

Pero el Señor es bondadoso y atenderá la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos. Lo dice el salmista y lo sabemos todos los que hemos experimentado la gracia y el perdón de Dios, que sigue siendo el mismo de siempre.

Transitar el camino que nos lleva a la vida eterna, significa superar obstáculos, baches, ripios y reconocer nuestras limitaciones; pero en medio de esas dificultades, aun en la soledad del camino, la presencia de Dios puede ser tan real como toda su creación.

Nos unimos al salmista para decir:
Señor, Tu permaneces fiel e inmutable

¡Señor, Recibe nuestra adoración!

viernes, 15 de noviembre de 2013

Con lágrimas



Me he consumido
a fuerza de gemir;
todas las noches
inundo de llanto mi lecho
riego mi cama con mis lágrimas.
Mis ojos están gastados
de sufrir;
se han envejecido a causa de
todos mis angustiadores
Salmo 6: 6, 7

No sabemos cuál es el origen de este llanto tan copioso, con gemidos de sufrimiento. Un llanto que no cesa, que nos puede parecer exagerado, y sin embargo sabemos que hay situaciones tan agobiantes y oscuras donde el llanto es inevitable. En esos momentos, la sensación de estar en medio de una avalancha de problemas nos deja sin aliento y la oración se silencia.


Todas las noches inundo de llanto mi lecho... ¿es exageración?  Quizás no lo sea.
Hay lágrimas que podrían sumar un océano de pesar. Amargas huellas saladas de dolor, temor, conflictos, arrepentimiento, tortura, desesperación y soledad. No puedo dejar de pensar en las lágrimas de las mujeres junto a la Vía Dolorosa, o las lágrimas de nuestro Señor Jesús, llorando por Lázaro, llorando por la ciudad de Jerusalén y aquellas que no se pueden describir, las de Getsemaní...

Hay también en  nuestros días, un camino que conduce a un mar de lágrimas; ese camino pasa por los hospitales, los campos de refugiados, y tantos lugares de lamentos y llanto desconsolado. 

Cada lágrima es una oración que no pasa inadvertida para Dios, aunque esa oración sólo sea unos ojos húmedos que se elevan a los cielos. Porque así es el corazón compasivo de nuestro Buen Padre, pone las lágrimas de sus hijos en una redoma - (Salmo 56:8)
Por eso el salmista termina sus lamentos, en este Salmo 6, diciendo: 

El Señor ha oído mi ruego;
Ha recibido el Señor mi oración

Fotografía: Paul Martin 

jueves, 14 de noviembre de 2013

De su hermosura




Dad al Señor la gloria 
debida a su nombre;
Adorad al Señor en la 
hermosura de su santidad
Salmo 29:2

Este es un salmo de David. Una de las tantas oraciones escritas por el "dulce cantor de Israel" como se lo llama en uno de los libros del Profeta Samuel.

Hay una dulzura que traspasa las palabras de este Salmo que es un tributo a la gloria y el poder de Dios. El reconocimiento de la hermosura de Dios nos lleva a entender que aun en el camino imperfecto de David, sacudido por sus circunstancias imperfectas, puede detenerse ante la belleza suprema y gloriosa de Dios para decir:  "Hacia Tí extiendo mis manos" (Salmo 143). Unas manos imperfectas y manchadas que lo llevaron a orar plegarias que aun hoy, nos ayudan a comprender que Dios no espera perfeccionismo. Su grandeza y su maravilloso Amor "se perfecciona en nuestras debilidades"

Cuando somos conscientes de que nuestro canto, nuestro reconocimiento y nuestra voz está plagada de "detalles imperfectos", podemos recurrir a la misericordia del Señor, tal como lo hizo también David; en sus oraciones y salmos penitenciales dice: "mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo". De esas plegarias, donde confiesa sus pecados, emerge sin duda, la gracia del perdón de Dios.

Sin olvidar nuestra condición y teniendo presente la misericordia de Dios, con mayor fuerza podemos revitalizar nuestra alabanza a Dios en la hermosura de su santidad.

¡Demos al Señor la gloria debida a su nombre!




miércoles, 13 de noviembre de 2013

Momento para celebrar



Alégrese el corazón de los que buscan al Señor,
Buscad al Señor y su poder;
Buscad su rostro continuamente.
haced memoria de las maravillas que ha hecho,
de sus prodigios, y de los juicios de su boca
Primer libro de Crónicas 16: 11, 12

Este pasaje del Libro de Crónicas es parte del cántico de David en un momento especial de su reinado, cuando el Arca sagrada, que representaba la presencia de Dios, es llevada a la tienda especialmente levantada para recibirla.

David muestra en actitud y con absoluta claridad lo que estas líneas nos dicen:  Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. El relato bíblico dice que David danzó. Su alegría era completa, gloriosa, sobrepasando cualquier deber ceremonial, dejando de lado lo "políticamente correcto", fuera de los límites del "deber ser", para entregarse a la adoración en forma abierta: David danzó.
El no buscó el camino seguro para adorar a Dios, lo hizo con pasión, completamente entregado al júbilo de estar en 
la presencia de Dios.

No cabe duda de que para David todo era una continua oración a Dios: sus temores, sus dolores y aflicciones, su errores y fracasos y aun en el silencio de Dios, permanecía en un diálogo ininterrumpido, lleno de esperanza y devoción.

David nos desafía hoy a Buscar el rostro del Señor continuamente. Sin conformarnos con caminar en forma responsable y seria, como se haría en un ceremonial. El desafío de David es a tomar conciencia del Amor inmerecido que Dios nos entrega, cuya verdad nos abruma con una profunda, alocada y apasionada revelación que nos hace bailar con todo lo que somos, ante las maravillas que ha hecho, de sus prodigios, y de los juicios de su boca.

El Salmo 105 repite las palabras de David y dice:
Gloriaos en su santo nombre;
alégrese el corazón
de los que buscan al Señor
Salmo 105:3


martes, 12 de noviembre de 2013

Obedeciendo


Lo que a mi me corresponde
es obedecer tus preceptos.
Salmo 119. 56

Al leer por completo este extenso salmo 119 nos quedamos con la impresión de que realmente el salmista siente un profundo respeto y amor por los mandamientos y la Ley de Dios.  Estos preceptos inspiran su meditación, su comportamiento y la convicción profunda de que lo que le corresponde es obedecer los preceptos del Señor.

En nuestro mundo actual, lleno de individualismo, hay una tendencia creciente a creer que somos dueños de la verdad absoluta. Consideramos que nuestros puntos de vista son los más acertados y nuestro modo de hacer las cosas es el correcto. En este marco de creencias, hay que reconocer que la obediencia a Dios tiene un costo alto. Ese costo se paga con humildad, con un corazón dispuesto a reconocer la grandeza y soberanía de Dios. 
Obedecer a Dios implica escuchar su voz a través de sus mandamientos y llevarlos a la acción, sujetando todos nuestros intereses para anclarlos bajo su dominio. No es posible obedecer a Dios estando lejos de su presencia, tal como no es posible seguir instrucciones sin haberlas escuchado primero con atención.

Nuestra dependencia de Dios se fundamente en el Amor. Un amor que hemos aprendido de Dios mismo y que nos fue revelado por Jesús, el Hijo de Dios. Nuestro Señor Jesucristo llevó su Amor a los extremos más dramáticos y la obediencia más extrema, completando su obra redentora en la cruz.

El salmista nos desafía en este tiempo a obedecer a Dios con alegría y devoción, con la convicción más profunda de su perfecto Amor.

¡Oh Señor, quiero aprender a obedecerte
con todo el amor de mi corazón!

Pintura: James Jebusa Shannon

lunes, 11 de noviembre de 2013

Perdura para siempre



¡Den gracias al Dios de los cielos!
¡Su gran Amor perdura para siempre!
Salmo 136: 26

No podría existir una razón mayor para agradecer a Dios que su gran Amor. El salmista lo repite durante todo su canto, como un estribillo que no termina de expresar toda la gratitud de un corazón que conoce el gran Amor de Dios.

El Amor de Dios es abrumador, no se agota, no vacila, no pone condiciones, es inalterable... perdura para siempre. Esta frase me ha hecho pensar en lo que es "para siempre"  en nuestra vida. Nuestros "para siempre" duran lo que puede durar un estado anímico; en el mejor de los casos durará lo que dure una vida. 
Los "para siempre" de Dios, quieren decir Para Siempre,  por la eternidad.

El Amor de Dios es, en definitiva, una serie de verbos activos que no terminaríamos de mencionar porque tienen relación con "las abundantes riquezas de su gracia" - Efesios 2:6
A modo de introducción o ejemplo, podemos decir que el gran Amor de Dios: perdona, sana, redime, escucha, anima, restaura, conforta, protege, enseña, alimenta... y se extiende a todo ser humano, con bondad, generosidad, compasión y misericordia. El Amor de Dios nunca deja de ser, como dice el Apóstol Pablo, en su carta a los Corintios: "y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor".

Pintura: Steve Hanks

domingo, 10 de noviembre de 2013

Palabras y pensamientos



Sean, pues, aceptables ante Ti
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, Roca mía y Redentor mío.
Salmo 19:14

Ante Dios no hay modo de esconder lo que somos y lo que pensamos; nuestras palabras y nuestra intencionalidad quedan al desnudo ante la presencia santa del Señor.

Con mucha facilidad decimos palabras vacías, repeticiones sin emoción, no sólo en nuestra vina cotidiana sino también cuando nos presentamos ante el altar de la adoración a Dios.

Cuando nos referimos a palabras y pensamientos aceptables ante el Señor, es porque tenemos conciencia de que existen palabras y pensamientos que ofenden a Dios y a nuestro prójimo. Estoy segura de que todos tenemos alguna experiencia en que palabras dichas en forma inapropiada, nos han causado más de algún problema.  
Me gusta lo que dice el Libro de Proverbios
Manzana de oro con figuras de plata
es la palabra dicha como conviene.

Tener conciencia de la importancia de controlar nuestras palabras y pensamientos no es suficiente para lograrlo, incluso teniendo la mejor de las intenciones, porque nuestras emociones nos traicionan. El salmista nos enseña que podemos pedir que Dios nos ayude. El Salmo 141: 3 - lo expresa claramente diciendo:
Pon guarda a mi boca, oh Señor;
guarda la puerta de mis labios

Si decimos que el Señor es  Roca mía y Redentor mío es porque nuestra fortaleza viene de Él y sometemos voluntariamente, todo nuestro ser a su sabiduría y dominio. 

Oh Señor, que nuestras palabras y pensamientos
sean aceptables ante Tí.
¡Recibe nuestra adoración!


sábado, 9 de noviembre de 2013

Con todo




¡Aleluya! 
¡Alabado sea el Señor!
Alabaré al Señor con todo 
el corazón
Salmo 111:1


¡Aleluya! Una vez más el salmista nos sorprende con esta expresión de suprema alabanza  a Dios:  ¡Aleluya!  ¡Alabado sea el Señor!
Continua con un  diálogo interno, como animándose a si mismo: Alabaré al Señor con todo el corazón
Uno podría preguntarse ¿por qué dice tan enfáticamente "con todo el corazón"... se puede alabar a Dios sin comprometer todo nuestro corazón?

Con todo me parece que significa  no sólo sin reservas, sino con pasión, con decisión, voluntad, entusiasmo y determinación. Pero también significa, plenamente consciente de aquellas limitaciones que en ocasiones nos llevan a entregar una alabanza sólo "ritual", marcada por el cansancio, con notas de debilidad, con des-ánimo  y hasta con tristeza.

Me parece que hoy el salimista nos desafía con su ¡Aleluya!
Nos anima a revitalizar nuestra alabanza con todo el corazón. Tal como Dios mecere ser alabado y de la manera que Él espera que sus hijos lo hagan. 

Alabar a Dios con todo el corazón es llenarnos de gratitud para afrecer a Dios una alabanza consciente "sin olvidar ninguno de sus beneficios". Con la pasión de vivir un nuevo día, en plenitud de gozo y esperanza en su gran poder y misericordia

Te alabo, Señor, mi Dios
¡con todo mi corazón!

Foto: Gregorius Suhartoyo

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