sábado, 16 de noviembre de 2013

En fragilidad




porque mis días se desvanecen
como el humo
y mis huesos cual tizón
están quemados
Salmo 102: 3

LLegar a sentirnos como lo describe el salmista en estos versos es abrumador.  Se trata de una realidad distorsionada por la culpabilidad y la soledad que puede llevarnos a sentir que estamos separados de Dios.

humo... tizón... quemados. Estas palabras parecen sacadas literalmente de un horno. Es la sensación febril de soledad, el tormento por las culpas y quizás, pecados inconfesables. El salmista continua diciendo: Por lo cual yo como ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas.

Pero el Señor es bondadoso y atenderá la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos. Lo dice el salmista y lo sabemos todos los que hemos experimentado la gracia y el perdón de Dios, que sigue siendo el mismo de siempre.

Transitar el camino que nos lleva a la vida eterna, significa superar obstáculos, baches, ripios y reconocer nuestras limitaciones; pero en medio de esas dificultades, aun en la soledad del camino, la presencia de Dios puede ser tan real como toda su creación.

Nos unimos al salmista para decir:
Señor, Tu permaneces fiel e inmutable

¡Señor, Recibe nuestra adoración!

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