Aclamad a Dios con alegría,
toda la tierra
Cantad la gloria de su nombre;
dadle la gloria con alabanza
Salmo 66:1,2
La gloria de su nombre. Creo que en ocasiones perdemos de vista la dimensión gloriosa del nombre de Dios. Honestamente, creo que muchas veces hasta lo trivializamos.
"¿Sabemos qué significa alabar, adorar, dar gloria?
Hoy día «alabar» no cuesta nada. Todo es alabado.
El jabón, la cerveza, la pasta de dientes, los vestidos, los enjuagues bucales, las estrellas de cine, todos los últimos aparatos que, se supone, hacen la vida más cómoda… todo «es alabado» constantemente. Se han exagerado tanto las alabanzas que todo el mundo está harto de ellas, y desde que todo «es alabado», con el falso entusiasmo del locutor de radio, resulta que, al fin y al cabo, nada es alabado. La alabanza se ha convertido en algo vacío. Realmente nadie quiere alabar.
¿Ha quedado algún superlativo para Dios?"
Thomas Merton, "Orar los Salmos"
La grandeza de Dios es inconmensurable, está inscrita en toda la creación, también en nuestra alma. Por eso es que cuando nos entregamos a la alabanza y la adoración a Dios, nuestros corazones se llenan de alegría.
¡Señor, enséñanos a alabarte!
La grandeza de Dios es inconmensurable, está inscrita en toda la creación, también en nuestra alma. Por eso es que cuando nos entregamos a la alabanza y la adoración a Dios, nuestros corazones se llenan de alegría.
¡Señor, enséñanos a alabarte!
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