Porque Tú, Señor Jehová
eres mi esperanza,
seguridad mía
desde mi juventud.
En Ti he sido sustentado
desde el vientre.
Del vientre de mi madre
Tú fuiste el que me sacó;
para ti será siempre
mi alabanza
Salmo 71:5,6
Nuestro reloj biológico es inexorable. Pequeños cambios en nuestro organismo ocurren todos los días y la gran máquina del cuerpo va perdiendo día a día su precisión. ¡Ni hablar de los primeros signos que evidencian estos procesos, especialmente aquellos que quedan registrados en la piel!
El Salmista mira hacia atrás en la línea del tiempo de su vida y se encuentra con la eternidad de Dios. Un Dios Padre y sustentador, entonces surge el canto: Para Ti, Señor, será siempre mi alabanza
Dios no solamente sustenta la vida humana, sino también la vida de nuestra familia, la tierra y el universo. Desde los acontecimientos más pequeños y singulares hasta los más universales.
Un buen amigo mio solía decir: "quien no llega a viejo tiene pena de muerte"
Me quedo con las palabras del Apóstol San Pablo: aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día
¡Gracias Dios por el don de la vida!
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