sábado, 21 de mayo de 2011

Dulce



¡Cuán dulces son a mi paladar
tus palabras!
¡Más que la miel a mi boca!
Salmo 119:103


Tus palabras. El Salmista va mucho más allá del respeto por la Ley de Dios para describirla como algo que se disfruta. Una dulzura que se convierte en el alimenta del alma porque satisface la necesidad espiritual.
En las Sagradas Escrituras encontramos la voz de Dios. Meditar en Su palabra puede dar paso a un diálogo santo; cuando acallamos nuestras voces interiores podemos escuchar Su Palabra resonando con dulce amor. Son palabras que nutren la fe.

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