jueves, 30 de agosto de 2012

Bienaventurado



¡Bienaventurado el hombre
que puso en Jehová
su confianza
y no mira a los soberbios
ni a los que se desvían
tras la mentira!
Salmo 40: 4

Mientras la mano de nuestra fe esté sujeta en Dios, no habrá aflicción que pueda impedirnos ser bienaventurados, dichosos en sus promesas, anclados en la Esperanza viva de su misericordia.

Desviar la mirada, significa prestar atención a otras voces; el salmista nos advierte de aquellas que se levantan para sembrar dudas, falsedades y temores. 
Vivimos en una sociedad que exalta el logro personal y el individualismo. Con exigencias exitistas, gran  competitividad y sed de poder. Por eso es importante mantener una adecuada autoestima que proviene de la fe cimentada en el amor de Cristo.  El Apóstol San Pablo lo dice de la siguiente manera: "que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de ... conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento" (Epístola a los Efesios).

¡Gracias Señor, porque en Ti somos bienaventurados!


Ilustración de Charles Robinson

2 comentarios:

Rosa dijo...

Estoy completamente de acuerdo con lo que dices; vivimos en una sociedad con exigencias exitistas, gran competitividad y sed de poder, la soberbia se enseñorea, hay que tener mucho cuidado, porque es nefasta, arrasa.
Leer a san Pablo y "tus salmos" ayuda mucho. No pueden ser más claros.
Muchos besos, amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Querida amiga, tus comentarios son una gran alegría.

Creo que es muy saludable mantenerse alerta, especialmente sin descuidar la oración y la meditación; poniendo toda nuestra confianza en Dios Todopoderoso.

Un abrazo muy grande

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