Envía tu Luz y tu Verdad;
estas me guiarán,
me conducirán a tu santo monte
y a tus moradas.
Salmo 43: 3
La Luz de Dios ya vino al mundo. Las tinieblas fueron desplazadas y esa Luz nos guiará a nuestro destino final, hasta llegar al "monte santo", a la morada de nuestro eterno Rey y Señor.
No existe impedimento alguno que pueda opacar la Luz verdadera. El evangelio según San Juan registra las palabras de Jesús: "Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida"
Tener la Luz de la vida, significa vivir sin temor, esperar confiadamente, caminar con paso seguro, mirar de frente, ver el rostro de los que amamos, disfrutar de la naturaleza, conocer todas las cosas como realmente son porque Luz y Verdad van de la mano.
¡Oh Señor, gracias por tu Luz y tu Verdad!
Pintura: "Una lámpara que me guíe"
Carolyn Blish
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