Pero Tú, Jehová, ¡no te alejes!
Fortaleza mía,
¡apresúrate a socorrerme!
Salmo 22:19
El Salmo 22 es un verdadero grito de angustia, pero al mismo tiempo, es la más completa certeza del poder de Dios, en medio de la adversidad.
Pero Tú, Jehová, ¡no te alejes!. Sentir la cercanía de Dios es muy consolador, especialmente cuando la soledad se apodera del alma. El sufrimiento nos hace pensar que estamos solos ante un muro donde se estrellan todas nuestras creencias de Dios.
Frente al muro podemos resistirnos, haciendo que nuestros dolores reboten una y otra vez hasta agotarnos y desfallecer; o bien podemos entregarnos al cuidado amoroso de Dios y atravesar el muro con fe, tomados de su mano, dejando que se renueve nuestra confianza para transformarla en fe viva y creciente; clamando ¡Oh Dios, ¡apresúrate a socorrerme!
Atravesar ese muro de dolor significa aproximarnos al misterio del poder y la inmensidad de Dios. Significa ademas encontrarnos de frente, con el santo Amor de Dios.
Frente al muro podemos resistirnos, haciendo que nuestros dolores reboten una y otra vez hasta agotarnos y desfallecer; o bien podemos entregarnos al cuidado amoroso de Dios y atravesar el muro con fe, tomados de su mano, dejando que se renueve nuestra confianza para transformarla en fe viva y creciente; clamando ¡Oh Dios, ¡apresúrate a socorrerme!
Atravesar ese muro de dolor significa aproximarnos al misterio del poder y la inmensidad de Dios. Significa ademas encontrarnos de frente, con el santo Amor de Dios.
Pintura: George Price Boyce
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