De la boca de los niños
y de los que aún maman,
fundaste la fortaleza
a causa de tus enemigos,
para hacer callar al enemigo
y al vengativo
Salmo 8: 2
Creo que este verso pone en evidencia cómo Dios valora la humildad y la dependencia que se establece entre el hombre y su Dios. Una dependencia que es semejante al apego entre un lactante y su madre.
El alimento que nutre el espíritu del hombre, que le permite vencer las dificultades de la vida, viene directamente de Dios Padre.
Parece sencillo y sin embargo, cuán difícil es vivir en esa confianza; porque permanentemente necesitamos tener el control de todo lo que acontece en nuestra vida.
El mayor ejemplo es Jesús, personificando este Salmo. Fue niño, vivió y sufrió como hombre, y derrotó la muerte. Porque su fortaleza y su poder estaba en el Padre Eterno.
Quiero confiar en ese mismo Dios, que no ha cambiado, en quién puedo descansar sin inquietud.
Imagen
Child in Bonnet (detail)
Mary Cassatt
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