domingo, 10 de julio de 2011

Dios Cumple sus Promesas





Joven fui, y he envejecido,
y no he visto justo desamparado,
ni a su descendencia

que mendigue pan.
Salmo 37:25

No he visto justo desamparado.  La afirmación del salmista se cumple hasta el día de hoy porque la misericordia de Dios es infinita. Alguien a quien Dios justifica cuenta con la protección y el cuidado amoroso de Dios Padre y esa bendición se extiende a toda su descendencia, hasta mil generaciones (Éxodo 20:6).


La meditación en este Salmo me ha llevado a cuestionar mi propia confianza en Dios.
¿Dónde está esa fe "ingenua" y sencilla, que se necesita para "buscar primeramente el reino de Dios y su justicia..."? (San Mateo). Sin duda es un camino personal que traspasa el límite de lo meramente intelectual para situarse en el corazón, en el centro que comanda las emociones.

Que conmovedor es entender que la bondad de Dios es tan generosa que se multiplica de generación en generación. 






Mil Monedas de Oro 
Un cuento de León Tolstoi

Un hombre rico quiso repartir mil monedas de oro a los pobres, pero como no sabía a cuales pobres debía darlas, fue en busca de un sacerdote y le dijo:
— Deseo dar mil monedas de oro a los pobres, mas no sé a quiénes. Tomad el dinero y distribuidlo como queráis. El sacerdote le respondió: — Es mucho dinero, y yo tampoco sé a quienes darlo, porque acaso a unos daría demasiado y a otros muy poco. Decidme a cuales pobres es preciso dar vuestro dinero y que cantidad a cada uno. El rico concluyó: — Si no sabéis a quien dar este dinero. Dios lo sabrá: dadlo al primero que llegue. En la misma parroquia vivía un hombre muy pobre, que tenía muchos hijos y que estaba enfermo y no podía trabajar. Este pobre leyó un día en los salmos: yo fui joven y he llegado a viejo, y no he visto nunca a un justo desamparado y a sus hijos reducidos a mendigar. Pensó el pobre: — ¡Ay de mí! Estoy abandonado de Dios, y, sin embargo, no he hecho nunca mal a nadie… Iré en busca del sacerdote y le preguntaré cómo es posible se encuentre una mentira semejante en las Escrituras. Y salió en busca del sacerdote, y al presentarse, el sacerdote se dijo: — Este pobre es el primero que llega, le daré las mil monedas de oro del rico.


Imagen
Lucas Porch
Robert Bateman

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