jueves, 8 de agosto de 2013

El buen tesoro del cielo



Él cubre de nubes el cielo,
envía la lluvia sobre la tierra
y hace crecer la hierba en los montes.
Salmo 147: 8
NVI

La lluvia es un tema  muy poético en las Sagradas Escrituras. Sin lugar a dudas es una bendición de Dios, que se multiplica de maneras insospechadas. Es parte del cuidado amoroso de Dios hacia su creación: fructifica la tierra, provee para el torrente de los ríos y preserva el ciclo vital de tantos seres que nosotros llamamos "inferiores", pero que tienen un lugar en el corazón de Dios.

Después de un día lluvioso la tierra parece revivir, y hasta los grandes núcleos urbanos se ven más limpios. Hoy, luego de meditar en este Salmo que exalta la bondad de Dios, me ha parecido oportuno, (toda una promesa), lo que dice el Libro de Deuteronomio: 

El Señor abrirá los cielos, 
su generoso tesoro, para derramar a su debido
tiempo la lluvia sobre la tierra, y para
bendecir todo el trabajo de tus manos
Deuteronomio 28: 12

La infinita bondad de Dios, no solo cubre toda la creación, sino que también se compadece de los afligidos, los olvidados; el campo y la ciudad;  los pequeños y los grandes. Todo merece su atención y todo a su debido tiempo recibe su generoso tesoro de bondad: la lluvia que bendice y refresca el alma y el corazón.

Ilustración de L. Kate Deal

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