jueves, 26 de diciembre de 2013

Obediencia y cumplimiento


Después de haber cumplido con todo
lo prescrito en la Ley del Señor,
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño crecía y se fortalecía,
se llenaba de sabiduría y la
gracia de Dios era sobre él.
Evcangelio San Lucas 2: 39:40

Una de las frases más frecuentes en los relatos de los Evangelios, en relación con la vida de Jesús, el Hijo de Dios, es: "para que se cumpliese" o en cumplimiento a lo dicho por el Señor.

José y María, eran personas piadosas, que con gran devoción y respeto observaban todas las leyes y disposiciones religiosas de su época, en especial de la Ley mosaica. La Ley especificaba que una mujer que había dada a luz debía ser considerada impura durante cuarenta días. Del mismo modo el bebé. Por tanto ambos debían cumplir con el rito de la purificación que consistía en ofrecer un sacrificio propiciatorio. En otras palabras, delante de Dios, una persona impura no merecía la vida, pero al ofrecer un animal como expiación quedaba libre del castigo divino.

Jesús, en su condición de Hijo de Dios, no necesitaba purificación alguna y sin embargo estuvo dispuesto a vivir plenamente todo lo que significaba la experiencia de ser un hijo de hombre. A lo largo de toda su vida, tal como lo relatan los Evangelios, Jesús escogió siempre cumplir, con humildad y sencillez, todas las normas religiosas de su época; pero por sobre todas las cosas se mantuvo sujeto a la voz de Dios, obedeciendo en todo, hasta la muerte.  El Apóstol  Pablo en su carta a los Filipenses dice que no consideró su condición de Dios como algo a que aferrarse sino que se despojó a su mismo, ... hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2: 6-8). A su debido tiempo,  fue glorificado en su resurrección.

La tendencia natural, en cualquier época histórica, de las personas que se sienten con algún tipo de autoridad, es a ejercer esa autoridad reclamando privilegios  y haciendo ostentaciones de poder, estableciendo cierta "distancia" con los menos favorecidos.
Jesús, con todo el peso y el poder de ser Hijo de Dios, se mantuvo 
"en cumplimiento", con humildad escogió vivir todas las experiencias humanas sin jamás utilizar ese poder en beneficio propio. Así nos reveló su grandeza y su estatura espiritual.

Oración del salmista:
Enséñame, oh Señor, el camino de tus estatutos
y lo guardaré hasta el fin
Salmo 119: 33

Pintura: Caravaggio

2 comentarios:

Eva Ferrer dijo...

Feliz Navidad querida amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Gracias por tu visita, querida Eva

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