martes, 17 de septiembre de 2013

Grandeza única




Aclamad a Dios con alegría,
toda la tierra.
Cantad la gloria de su nombre;
dadle la gloria con alabanza.
Decid a Dios:
"¡Cuán asombrosas
son tus obras!
Por la grandeza de tu poder
se someterán a Tí tus enemigos.
Toda la tierra te adorará
y cantarán a Ti;
cantarán  a tu Nombre"
                                                              Selah
Salmo 66: 1-4

Con alegría, con todo el corazón como un gran instrumento musical, nos unimos a la voz del salmista, para Aclamar a Dios con alegría.

Por la grandeza de su poder, sería una razón más que suficiente para que toda la tierra, todo lo creado y todo ser humano le rindiera tributo a Dios.

No adoramos a Dios porque nos escucha, a pesar de que así es; ni lo adoramos por temor, aunque es verdaderamente temible; lo adoramos porque es nuestro Dios, y voluntariamente nos sometemos a su dominio. Reconocemos sus santos atributos y nos sentimos felices de ser hijos suyos.

Selah. Guardamos silencio ante la grandeza de nuestro Dios. Con recogimiento, con alegría y con devoción meditamos en todo lo sublime que el nombre de nuestro Padre-Dios trae a nuestra alma. Pero especialmente, con este silencio, le entregamos nuestra gratitud porque Él se dió a conocer a nosotros a través de su Hijo Jesucristo. La más maravillosa obra redentora y todo el misterio de su santo Amor por la humanidad.

Oh Señor
¡Cuán aombrosas
son tus obras!
Ilustración: Tasha Tudor

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