sábado, 13 de octubre de 2012

En la espera



El menesteroso
no para siempre será olvidado
ni la esperanza de los pobres
perecerá perpetuamente.
Salmo 9: 18

En muchos sentidos todos somos pobres y menesterosos, porque tenemos diversas carencias; muchas de ellas nada tienen que ver con recursos económicos.

Cuando reconocemos que podemos ser perfeccionados o "completados" en el santo Amor de nuestro Señor, nuestras perspectivas cambian. Llegamos a entender que Dios nos hace parte de "las riquezas de su gloria". Pero en las circunstancias del presente, en lo cotidiano, todavía nos cuesta el ejercicio de la fe. Nos cuesta esperar y dar espacio a lo que Él puede hacer en su sabiduría y misericordia. 
Dios nos invita a confiar en que Él suplirá todas nuestras necesidades, por eso muchas de nuestras oraciones tienen relación con peticiones; pero olvidamos un detalle importante: estar quietos y esperar. Este es el verdadero ejercicio de la fe, recordando que el menesteroso no para siempre será olvidado.

Esperar y confiar es, en última instancia, entender que Dios mismo nos sostendrá en la espera, porque a su tiempo tendremos una respuesta.


Pintura: Angelo Morbelli
Italiano
1853 - 1919

2 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

Me cuesta mucho esperar, se que debo superar ese defecto.

Gracias por este salmo, me llegó profundamente

Gracias Clarissa Un abrazo

Clarissa Rodriguez dijo...

Francisco, me parece que a todos nos pasa lo mismo. También al salmista, quien tiene que recordar que hasta el más humilde y pobre ser es escuchado por Dios; y lo menciona como una manera de cobrar ánimo.
Lo maravilloso es que Dios nos regala su paz cuando esperamos en Él.

Un gran abrazo, querido amigo

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