lunes, 9 de abril de 2012

¡Aleluya!



¡Aleluya!
Alabad a Dios
en su santuario;
alabadlo en la magnificencia
de su firmamento.
Alabadlo por sus proezas;
alabadlo conforme a la
muchedumbre de su grandeza
Salmo 150: 1,2


El Salmo 150 es el último del salterio y parece concentrar el clímax de la alabanza a Dios. Al  continuar leyéndolo nos encontramos con la explosión musical de los instrumentos. Todo se reúne para rendir tributo, alabanza y honor a nuestro Dios. Dios poderoso, eterno y único. ¡Nuestro poderoso Dios!


Aquí se nos dice dónde se debe alabar a Dios:
en su santuario... en la magnificencia de su firmamento.
Si consideramos que la magnificencia de su firmamento es el cielo, entonces podemos concluir que debemos alabarlo en todo lugar; el firmamento  siempre es nuestro gran "techo"


También se nos dice las razones por las cuales rendir alabanza a Dios: por sus proezas... la muchedumbre de su grandeza.
La frase  muchedumbre de su grandeza viene a significar lo abrumador que resulta meditar en todo lo que Dios ha hecho, en la historia de la humanidad y también en nuestras propias vidas. Sus grandiosos hechos requieren también una grandiosa alabanza.


En la parte final de este salmo también se nos dice cómo alabar a nuestro Dios.


Sin duda, Aleluya es la palabra más apropiada para alabar a Dios. En su origen es una exclamación de júbilo, de la mayor alegría y dedicada sólo a Dios. 

¡Aleluya!
¡Te alabamos Señor y Dios del universo!

"Crucificado"
Salvador Dalí

2 comentarios:

ana maria parente dijo...

En tí que eres principio y fin de todo lo que existe.
En tí el ALFA Y EL OMEGA de todas las cosas.

Clarissa Rodriguez dijo...

Alfa y Omega, es la eternidad.
Nuestro Dios es eterno!

Qué alegría compartirlo contigo, Ana María!

Que tengas una hermosa semana

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