sábado, 23 de marzo de 2013

Con la sencillez de un niño



Salmo 131

Señor, mi corazón no es orgulloso;
mis ojos no son altivos.
No me intereso en cuestiones demasiado
grandes
o impresionantes que no puedo asimilar.
En cambio, me he calmado y aquietado,
como un niño destetado que ya no llora
por la leche de su madre.
Si, tal como un niño destetado es mi alma
en mi interior.
Oh Israel, pon tu esperanza en el Señor,
ahora y siempre

Este es un salmo escrito por David y seguramente habla de él mismo.
Es un verdadero poema a la humildad y a la confianza en Dios. Se trata de un corazón santificado y una vida sencilla cuya mayor riqueza es disfrutar el amor del Señor.

Por otra parte es de una gran ternura el ejemplo del niño destetado.
Un niño que es amamantado desarrolla un apego especial con su madre. Pero el tiempo del destete suele ser un tiempo crítico y muchos niños lo resienten, incluso hacen "pataleta". Hasta que llega el momento en que el niño aprende que es suficientemente bueno el sólo hecho que la madre esté presente y que si se ausenta, ella volverá con nuevas caricias. Ya no hay privilegios especiales pero está la seguridad del hogar.

David nos invita hoy a poner nuestra esperanza y toda nuestra confianza en el Señor. Mientras hacemos nuestro trabajo, en la sencillez de nuestra actividad cotidiana, que bueno es saber que Dios está presente. La vida espiritual crece y se desarrolla, no en lo extraordinario y grandioso sino, en la serena comunión, en la silenciosa entrega del "corazón destetado, y aquietado"

¡Oh Señor, me apropio hoy de la oración del salmista:

Que mi corazón no sea orgulloso; que mis ojos no sean altivos.
Que mi interés no esté en cuestiones demasiado grandes
o impresionantes que no pueda asimilar.
Que esté en calma y quietud, como  un niño destetado 
que ya no llora por la leche de su madre.
Si, que tal como un niño destetado sea mi alma en mi interior.


Pintura: Jessie Willcox Smith

2 comentarios:

Rosa dijo...

Dios mio, Clarissa. ¡qué bonito!
También me apropio de esta oración.
En cada corazón está Dios, solo tenenemos que abrir nuestro corazón.


Gracias, querida amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Gracias querida Rosita, por tu compañía y por compartir la oración.

Un abrazo muy grande

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