Excelso es nuestro Señor y
grande su poder;
su entendimiento es infinito
Salmo 147: 5
La distancia que hay entre Dios y el ser humano es infinita. Pero cuando lo decimos, pocas veces alcanzamos
a dimensionar su significado.
En el desarrollo de nuestra vida humana, aprendemos de muchas personas, podemos estudiar los textos de algún científico, o de algún historiador, por ejemplo, y de este modo nos formarnos una idea y quizás hasta llegamos a comprender lo que estudiamos.
En el mundo espiritual es completamente distinto. Podemos estudiar literatura cristiana, o teología y nuestro conocimiento de Dios sería escaso. Podemos tratar de entender las Sagradas Escrituras y buscar con afán la comunión con Dios y al final siempre tendríamos la certeza de que Dios es infinitamente excelso y su sabiduría sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento. Todo lo que sabemos o comprendemos de Dios, se debe únicamente a lo que Él mismo nos ha revelado a través de su Espíritu de Verdad.
El salmista dice en este mismo poema:
"El determina el número de las estrellas
y a todas ellas les pone nombre"
Meditar en las grandes obras de Dios, la inmensidad del universo o la asombrosa complejidad de los mundos microscópicos nos sitúa justo en medio de la grandeza de Dios, podemos sentir su compañía y por fe aceptamos el misterio de su Amor. Nuestro Dios es maravilloso, lo llamamos Creador, Poderoso Señor, Excelso sobre todas las cosas, pero ningún título o nombre alcanza para significar todo su poder, grandeza, eternidad, sabiduría y santidad.
¡Oh Señor, enséñanos a ser más conscientes de tu grandeza!
¡Bendito sea tu nombre para siempre!
La distancia que hay entre Dios y el ser humano es infinita. Pero cuando lo decimos, pocas veces alcanzamos
a dimensionar su significado.
En el desarrollo de nuestra vida humana, aprendemos de muchas personas, podemos estudiar los textos de algún científico, o de algún historiador, por ejemplo, y de este modo nos formarnos una idea y quizás hasta llegamos a comprender lo que estudiamos.
En el mundo espiritual es completamente distinto. Podemos estudiar literatura cristiana, o teología y nuestro conocimiento de Dios sería escaso. Podemos tratar de entender las Sagradas Escrituras y buscar con afán la comunión con Dios y al final siempre tendríamos la certeza de que Dios es infinitamente excelso y su sabiduría sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento. Todo lo que sabemos o comprendemos de Dios, se debe únicamente a lo que Él mismo nos ha revelado a través de su Espíritu de Verdad.
El salmista dice en este mismo poema:
"El determina el número de las estrellas
y a todas ellas les pone nombre"
Meditar en las grandes obras de Dios, la inmensidad del universo o la asombrosa complejidad de los mundos microscópicos nos sitúa justo en medio de la grandeza de Dios, podemos sentir su compañía y por fe aceptamos el misterio de su Amor. Nuestro Dios es maravilloso, lo llamamos Creador, Poderoso Señor, Excelso sobre todas las cosas, pero ningún título o nombre alcanza para significar todo su poder, grandeza, eternidad, sabiduría y santidad.
¡Oh Señor, enséñanos a ser más conscientes de tu grandeza!
¡Bendito sea tu nombre para siempre!
Pintura: Alexey Slusar
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