lunes, 21 de octubre de 2013

Oportuno socorro




Apresúrate, oh Dios, a rescatarme;
¡Apresúrate, Señor, a socorrerme!
Salmo 70: 1

Esta exclamación de urgencia se repite en varios salmos.
Al igual que para  nosotros hoy, para el salmista y para cualquier persona, es muy difícil mantener serenidad, calma y tranquilidad cuando el peligro acecha en forma evidente. 
Nuestra fe es puesta a prueba muchas veces y de muchas maneras, pero sabemos que Dios jamás abandona a sus hijos. 

Pedir ayuda a Dios es reconocer que nadie más tiene el poder para socorrernos y en ese sentido, lo mejor que podemos hacer es mantener nuestra súplica con esperanza y acción de gracias, sabiendo que Él tiene un orden y un tiempo para todo y para todos.
La misericordia de Dios y su Amor jamás nos dejan  y nos ayudan a transitar por nuestros valles de sombra de muerte. Si nos mantenemos confiando en su Amor y su gran poder, en lugar de enfocarnos en nuestras urgencias, podemos sobrellevar mucho mejor cualquier circunstancia que nos aflija.

¡Gracias, Señor porque podemos confiar plenamente
en tu oportuno socorro!

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