Guíame, pues eres mi roca y
mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre.
Salmo 31: 3
Elegir una dirección es elegir un resultado. Pero puede ser muy angustioso llegar a un momento en la vida sin saber a donde ir.
La oración del salmista nos enseña claramente que podemos pedirle a Dios que nos oriente, que nos de una dirección y Él en su misericordia, no solamente nos dirige sino que además nos rodea con su santa protección.
Lewis Carrol en "Alicia en el país de las maravillas",
presenta un diálogo muy sugestivo:
"Alicia - ¿Qué camino debo seguir?
Maestro Gato - ¿Para dónde quieres ir?
Alicia - ¡No lo sé!
Maestro Gato - ¡Entonces cualquier camino sirve!"
Me parece que en nuestros días hay demasiada gente que desea decirnos hacia dónde ir, qué esperar, o qué camino tomar. Las urgencias de la vida cotidiana en las que muchas veces nos dejamos atrapar, no nos permiten pensar con claridad qué es lo que neecesitamos realmente, o hacia dónde queremos ir y, qué es lo que realmente vale la pena.
Cuando nuestros pensamientos se dispersan, cuando nuestra carga de trabajo se vuelve abrumadora, cuando no sabemos distiguir entre lo importante y lo urgente, cuando nos sentimos perdidos en la soledad de nuestros dolores, podemos elevar una plegaria y decir junto al salmista:
Oh Señor, Tú eres mi roca y
mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre.
Pintura: Felix Vallotton
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