Dios es nuestro amparo y
nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos
de angustia.
Por eso, no temeremos
aunque se desmorone la tierra
y las montañas se hundan
en el fondo del mar.
Salmo 46: 1, 2
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza. Esta es una frase muy conocida pero que siempre tiene una significación nueva, especialmente cuando experimentamos la protección de Dios. Todos los días nos enfrentamos a dificultades, temores y circunstancias que ponen a prueba nuestra fe. Allí cobra mucho sentido estar al amparo de la poderosa mano de Dios.
Aquí en Chile, que es un país sísmico, se ha difundido como medida de seguridad, la práctica de agacharse en posición fetal y ubicarse justo al lado de un mueble grande y fuerte, hasta que pase el movimiento telúrico.
Cuando nuestra vida parece enfrentase a un terremoto emocional o espiritual podemos cobijarnos al amparo de nuestro Dios; Él es nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
Pero me parece que la ayuda segura de Dios está a nuestro alcance cada vez que la necesitemos y en todo orden de cosas. No solamente cuando a nuestro alrrededor se desmorona la tierra y las montañas se hunden. En todo tiempo nuestra vida está segura en sus manos divinas. En todo tiempo contamos con su bendita protección, porque Él no cambia. Nuestro Dios es
Todopoderoso y eterno.
¡Gracias Señor
por la seguridad que encontramos en Ti!
Ilustración de jessie Willcox Smith
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