Me empujaron con violencia para
que cayera,
pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fuerza y mi canto;
¡Él es mi salvación!
Salmo 118: 13, 14
Las sendas que transitamos a diario etán lejos de ser calzadas pavimentadas. En lugar de eso nos encontramos con sendas llenas de baches, trampas, letreros engañosos y diversas condiciones que nos podrían hacer caer.
Pero el Señor, nuestro Dios, que todo lo ve
y todo lo sabe, es quien nos ayuda.
y todo lo sabe, es quien nos ayuda.
Pocas veces tenemos conciencia de todos los peligros a que estamos expuestos y de los que somos librados por la misericordia de Dios. Algunos están en el camino y otros tienen relación con nuestros comportamientos erráticos (Pensaba en esto, cuando me di cuenta que la llave de mi casa había quedado puesta en la puerta de entrada... pero por el lado que da hacia la calle).
Que no tengamos que lamentar accidentes, pérdidas o "caidas" no significa que los peligros no existan. Cuando, por alguna razón, tenemos conciencia de cómo Dios nos ha librado de algún peligro, o meditamos en toda la ayuda que de Él recibimos en todo lo que hacemos; cuando nos detenemos para "ver" todas sus bendiciones y tenemos certeza que Él hace prosperar nuestras tareas y labores diarias; cuando sentimos que Él multiplica nuestras fuerzas y nos sostiene con el gozo con su Salvación; entonces podemos llegar a afirmar como el salmista:
El Señor es mi fuerza y mi canto;
¡Él es mi salvación!
Pintura: Michael Gorban
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