jueves, 14 de noviembre de 2013

De su hermosura




Dad al Señor la gloria 
debida a su nombre;
Adorad al Señor en la 
hermosura de su santidad
Salmo 29:2

Este es un salmo de David. Una de las tantas oraciones escritas por el "dulce cantor de Israel" como se lo llama en uno de los libros del Profeta Samuel.

Hay una dulzura que traspasa las palabras de este Salmo que es un tributo a la gloria y el poder de Dios. El reconocimiento de la hermosura de Dios nos lleva a entender que aun en el camino imperfecto de David, sacudido por sus circunstancias imperfectas, puede detenerse ante la belleza suprema y gloriosa de Dios para decir:  "Hacia Tí extiendo mis manos" (Salmo 143). Unas manos imperfectas y manchadas que lo llevaron a orar plegarias que aun hoy, nos ayudan a comprender que Dios no espera perfeccionismo. Su grandeza y su maravilloso Amor "se perfecciona en nuestras debilidades"

Cuando somos conscientes de que nuestro canto, nuestro reconocimiento y nuestra voz está plagada de "detalles imperfectos", podemos recurrir a la misericordia del Señor, tal como lo hizo también David; en sus oraciones y salmos penitenciales dice: "mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo". De esas plegarias, donde confiesa sus pecados, emerge sin duda, la gracia del perdón de Dios.

Sin olvidar nuestra condición y teniendo presente la misericordia de Dios, con mayor fuerza podemos revitalizar nuestra alabanza a Dios en la hermosura de su santidad.

¡Demos al Señor la gloria debida a su nombre!




2 comentarios:

Rosa dijo...

Sí, Clarissa:¡Demos al Señor la gloria debida a su nombre!

Un beso, querida amiga.

Gracias.

Clarissa Rodriguez dijo...

Gracias querida Rosita, por tu visita.

A pesar de que nuestras palabras quizás no puedan significar todo lo que Dios se merecee, hemos de continuar adorando su nombre; bendito nombre; santificado sea su nombre.

Un abrazo muy grande, querida amiga

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