viernes, 8 de noviembre de 2013

Con firmeza



Fortaleced las manos cansadas,
afirmad las rodillas endebles.
Libro de Isaías 35: 3


El cansancio es un viejo enemigo que, cual "invitado de piedra" se presenta en los momentos menos indicados. Así se manifiesta nuestra naturaleza imperfecta, finita, frágil y vulnerable.

Las manos son probablemente uno de los "instrumentos" más nobles del ser humano. Pero si están cansadas se vuelven torpes, pueden provocar pequeños o grandes desastres y accidentes. En cambio cuando se alternan periodos de trabajo y descanso, se pueden volver, expertas, virtuosas y muy diestras.

Aun cuando las rodillas cumplen otro rol muy distinto al de las manos, si están cansadas, sin firmeza, o con dolor, entorpecen y en ocasiones impiden nuestro caminar y el normal desarrollo de nuestras catividades cotidianas.

En la vida espiritual el cansancio o la falta de firmeza, son parte del debilitamiento que nos producen las dificultades y circunstancias adversas que día a día enfrentamos.  Esta es la razón por la cual en reiteradas ocasiones el Señor nos dice:  
"Esfuérzate y se valiente, 
no temas ni desmayes, 
que Yo Soy el Señor tu Dios, 
y estaré contigo dondequiera 
que vayas
(Libro de Josué 1:9)

Nuestras fuerzas, nuestra esperanza se renuevan en el Señor. En el mismo libro de Isaías encontramos una gran verdad:
"Los muchachos se fatigan y se cansan,
los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan al Señor
tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán"
Libro de Isaías 40: 30, 31

Cantemos hoy con el salmista:
Fortaleza mía, a Tí cantaré
Porque eres, oh Dios,
mi refugio,
el Dios de mi misericordia
Salmo 59: 17

Pintura: Marzena  Slusarczyk

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