Sean, pues, aceptables ante Ti
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, Roca mía y Redentor mío.
Salmo 19:14
Ante Dios no hay modo de esconder lo que somos y lo que pensamos; nuestras palabras y nuestra intencionalidad quedan al desnudo ante la presencia santa del Señor.
Con mucha facilidad decimos palabras vacías, repeticiones sin emoción, no sólo en nuestra vina cotidiana sino también cuando nos presentamos ante el altar de la adoración a Dios.
Cuando nos referimos a palabras y pensamientos aceptables ante el Señor, es porque tenemos conciencia de que existen palabras y pensamientos que ofenden a Dios y a nuestro prójimo. Estoy segura de que todos tenemos alguna experiencia en que palabras dichas en forma inapropiada, nos han causado más de algún problema.
Me gusta lo que dice el Libro de Proverbios
Manzana de oro con figuras de plata
es la palabra dicha como conviene.
Tener conciencia de la importancia de controlar nuestras palabras y pensamientos no es suficiente para lograrlo, incluso teniendo la mejor de las intenciones, porque nuestras emociones nos traicionan. El salmista nos enseña que podemos pedir que Dios nos ayude. El Salmo 141: 3 - lo expresa claramente diciendo:
Pon guarda a mi boca, oh Señor;
guarda la puerta de mis labios
Si decimos que el Señor es Roca mía y Redentor mío es porque nuestra fortaleza viene de Él y sometemos voluntariamente, todo nuestro ser a su sabiduría y dominio.
Oh Señor, que nuestras palabras y pensamientos
sean aceptables ante Tí.
¡Recibe nuestra adoración!
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