lunes, 30 de enero de 2012

Para bendecir




Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.
Salmo 63:4


Alabar y bendecir a Dios con las manos levantadas es una señal de victoria.

Nuestras cargas, el peso de nuestras ansiedades y preocupaciones tiende a bajar nuestros brazos y manos. Pero si a pesar de eso, reunimos hasta el último aliento en un esfuerzo supremo para levantar nuestras manos, ante la presencia del Único y Verdadero Dios, allí todo cambia.

Levantar nuestras manos en adoración es también soltar y abandonar aquello que sostenemos. Todo queda depositado ente el altar del Dios Eterno: nuestros afectos, nuestras posesiones, nuestros temores, nuestras obsesiones, en fin, todo. Por otra parte, las manos levantadas y abiertas están en mejor posición para recibir todo lo que Dios tiene para nosotros.
Alzar las manos es una señal de victoria en fe.

¡Oh Señor, alzo mis manos para bendecirte!


Moises es ayudado para mantener sus brazos en alto
John Everett Millais
(Escena inspirada en Exodo 17:8-16)



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