Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
El Señor es mi fuerza y mi escudo,
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.
Salmo 28: 6, 7
Nuestras suplicas siempre son escuchadas por el Señor
Sin duda es un motivo de alegría y de profunda gratitud.
Suplicamos cuando estamos en dificultades, cuando nos sentimos abatidos, tristes o en peligro Pero aun en tiempos de "normalidad", cuando todo va bien, el Señor sigue siendo nuestra fuerza y nuestro escudo. Recibimos su ayuda en todo, a pesar de que no siempre tenemos conciencia de esto. Por eso creo que agradecer a Dios significa mucho más que la respuesta de nuestro corazón por sus dádivas de Amor; agradecemos a Dios porque existe, por lo que es y por lo que su presencia paternal significa en nuestra vida.
¡Gracias Señor porque eres mi fuerza y mi escudo!
¡Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos te daré gracias!
Pintura. Rommy Oliva Figueroa
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