domingo, 18 de agosto de 2013

Con alegría



Cantaré al Señor toda mi vida;
cantaré salmos a mi Dios  mientras 
tenga aliento.
Quiera Él agradarse de mi
meditación;
yo, por mi parte, me alegro 
en el Señor
salmo 104:  33, 34

Estos versos de alabanza a Dios surgen luego que el salmista se ha paseado por toda la creación. Recorrer cielo, mar y tierra, nubes, sol, plantas y animales, vida y muerte, nos lleva de plano a la grandeza de Dios, porque la huella de su perfección es muy evidente.

Meditar en el Señor es un acto de devoción, una disciplina espiritual, una fuente inagotable de riqueza para el alma. El Espíritu de Dios es quien nos guía, conduciéndonos por los pasillos misteriosos, infinitos y eternos del Amor de Dios.

Dios que está presente en toda la creación y sus infinitos detalles, también está presente en el desarrollo de la vida humana y se interesa aún en los mínimos detalles de la vida de cada uno de sus hijos. Este sólo hecho nos llena el corazón de alegría y de esperanza; nos sentimos confiados, protegidos y seguros;  Él es nuestro Dios-Padre y nos guarda en su santo Amor.

¡Oh Señor, eres la alegría de mi alma!
¡Bendito sea tu santo nombre!

Imagen: nendili

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