Sáname, oh Señor, y seré sano;
sálvame, y seré salvo,
porque Tú eres mi alabanza.
Libro del profeta Jeremías 17: 14
El profeta Jeremías fue una persona sensible, un mensajero de Dios a su pueblo, en tiempos de crisis. Su mensaje es un llamado de amor. El pueblo había dejado atrás la adoración a Dios como único y verdadero Dios y había adoptado las costumbres y los hábitos religiosos de otros pueblos, cayendo en la idolatría y la inmoralidad.
En los versos que tenemos aquí hoy, sin duda está presente el profundo amor a Dios del profeta. Nos sorprende en esta súplica: sáname..., sálvame..., la afirmación Tú eres mi alabanza.
La súplica queda sujeta a su santa voluntad y misericordia. Sin embargo Dios merece nuestra alabanza, aun sin recibir lo que le pedimos. Lo importante, en el presente, ahora, es que
Tú, oh Señor, eres mi alabanza.
Tú, oh Señor, eres mi alabanza.
En el Salmo 6 encontrampos una oración muy parecida, pero la voz del salmista es casi un reclamo y un urgente ruego :
"sáname , Señor
porque mis huesos
se estremecen.
Mi alma también
está muy turbada..."
Con honestidad, en el tiempo del dolor o la enfermedad, cada minuto se hace un tiempo interminable y nos gustaría que Dios actuara de inmediato. La salud del alma y del cuerpo van de la mano; son un bien precioso que Dios nos regala. Su gracia sanadora y salvadora provee con abundancia para nuestro bien.
Quizás todos deberiamos decir:
"Señor, ten misericordia de mí,
sana mi alma, porque
contra ti he pecado"
sana mi alma, porque
contra ti he pecado"
Salmo 41: 4
Aun cuando Dios en su misericordia, escucha todas las súplicas, me quedo con las palabras del profeta Jeremías, y digo:
¡oh Señor, se muy bien que Tú me sanarás y me salvarás;
Tú eres mi alabanza!
Pintura: Thomas Eakins
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