Traigo a la memoria los tiempos
de antaño;
medito en todas tus proezas,
considero las obras de tus manos.
Hacia Ti extiendo las manos;
me haces falta, como el agua
a la tierra seca.
Selah
Salmo 143: 5, 6
Sin duda la memoria es uno de los regalos más maravillosos que Dios le ha dado al ser humano. Ese paseo y evocación de experiencias pasadas, nos da un sentido de trayectoria, nos permite aprender y nos provee de lo que llamamos "recuerdos".
El ejercicio que hace el salmista cuando dice Traigo a la memoria los tiempos de antaño, es una carga emocional llena de conexiones que facilitan la meditación.
Meditar en todo lo que Dios ha hecho en nuestra vida, nos brinda la oportunidad de tomar contacto con experiencias de fe, saber que Dios nos ha cuidado, nos ha bendecido y nos ha rodeado con su santo Amor en medio de nuestras circunstancias. Esas experiencias que atesoramos, van componiendo una canción de adoración a Dios desde nuestras vivencias, ya no solamente con el entendimiento, o con acciones aprendidas; por eso el salmista dice me haces falta. Es como decir: "Oh Dios mio, eres parte de mi ser,
necesito más de Ti".
Desde este punto de vista tiene mucho significado la expresión "Selah", que en realidad es la señal de una pausa, un silencio. Muchas personas dicen que es una indicación para los músicos que acompañaban, con sus instrumentos, el canto de los salmos. Pero, cuando querempos recordar, evocar y alabar a Dios meditando en su grandeza y su misericordia, el silencio es inevitable. Se vuelve parte de esta canción del alma, que surge de la memoria, de lo más profundo de nuestro ser.
Oh Señor y Dios,
Hacia Ti extiendo las manos;
me haces falta, como el agua
a la tierra seca.
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