Venid, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante del Señor,
nuestro hacedor,
porque Él es nuestro Dios;
nosotros, el pueblo de su prado
y ovejas de su mano.
Salmo 119: 6, 7
Venid, adoremos y postrémonos. La invitación del salmista nos sitúa frente a Dios con el deseo ferviente de adorarlo, apartando un tiempo especial para estar en su presencia. También nos dice cómo hacerlo: arrodillémonos delante del Señor. Esta es una manera de mostrar humildad y entrega, confianza y fe.
Las razones que nos da para esta adoración, son a lo menos tres. Primero porque Él es nuestro hacedor, lo adoramos porque somos su creación, reconocemos en Él al Padre que nos dio la vida.
Segundo porque Él es nuestro Dios, es decir nuestra alma lo reconoce como Padre espiritual.
En Tercer lugar, lo adoramos con gratitud porque somos el pueblo de su prado y ovejas de su mano y esto significa que Él nos sustenta, nos protege y nos ama.
Adorar a Dios es, en última instancia, un acto de obediencia y rendición; estar quietos y confiar en su Amor. Confiar en que nuestro futuro, la vida, está en sus manos; comprender que Él es Dios soberano, santo y eterno; y por último aceptar que nuestras posesiones materiales, el sustento diario, nuestro bienestar y prosperidad vienen de su mano.
Las razones que nos da para esta adoración, son a lo menos tres. Primero porque Él es nuestro hacedor, lo adoramos porque somos su creación, reconocemos en Él al Padre que nos dio la vida.
Segundo porque Él es nuestro Dios, es decir nuestra alma lo reconoce como Padre espiritual.
En Tercer lugar, lo adoramos con gratitud porque somos el pueblo de su prado y ovejas de su mano y esto significa que Él nos sustenta, nos protege y nos ama.
Adorar a Dios es, en última instancia, un acto de obediencia y rendición; estar quietos y confiar en su Amor. Confiar en que nuestro futuro, la vida, está en sus manos; comprender que Él es Dios soberano, santo y eterno; y por último aceptar que nuestras posesiones materiales, el sustento diario, nuestro bienestar y prosperidad vienen de su mano.
El mandamiento es claro: "amarás al señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente"
¡Oh Señor, eres nuestro Dios!
¡Te adoramos con fe, gratitud y amor. Eres nuestro Dios!
¡Oh Señor, eres nuestro Dios!
¡Te adoramos con fe, gratitud y amor. Eres nuestro Dios!
Pintura: Montserrat Gudiol
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