Desata mis labios, Oh Señor
para que mi boca pueda alabarte
Salmo 51: 15
Este salmo 51 es la súplica de un corazón penitente, acongojado y lleno de arrepentimiento. Es uno de los salmos más conmovedores y ha sido orado por miles de personas a través de los siglos, porque expresa con una sinceridad desgarradora, la necesidad de ser perdonado por Dios.
Cuando el salmista pide desata mis labios, Oh Señor, me parece que desea sentirse liberado de la culpa para poder articular una alabanza. Expresa en definitiva el deseo de liberación del corazón y del alma, para que fluya el gozo del perdón, de la gratitud
y de la devoción.
En última instancia, ¿cómo podríamos elevar una alabanza a Dios, si Dios mismo no nos purifica para estar ante Él?
La presencia santa de Dios merece todo honor y en ocasiones, creo yo, es preferible estar en silencio, confiando en su
misericordia y su bondad.
¡Oh Señor, desata hoy nuestros labios,
y pon una alabanza nueva para ti!
Cuando el salmista pide desata mis labios, Oh Señor, me parece que desea sentirse liberado de la culpa para poder articular una alabanza. Expresa en definitiva el deseo de liberación del corazón y del alma, para que fluya el gozo del perdón, de la gratitud
y de la devoción.
En última instancia, ¿cómo podríamos elevar una alabanza a Dios, si Dios mismo no nos purifica para estar ante Él?
La presencia santa de Dios merece todo honor y en ocasiones, creo yo, es preferible estar en silencio, confiando en su
misericordia y su bondad.
¡Oh Señor, desata hoy nuestros labios,
y pon una alabanza nueva para ti!
Ilustración: Selcuk Demirel
2 comentarios:
Y como se la merece nuestro Dios!! Toda honra y gloria sean siempre para él!! Alzo mis manos ante tu nombre!
Gracias por tu comentario querida Gladys.
Mientras escribía pensaba en las emociones que en ocasiones nos hacen enmudecer delante de Dios.
En el tiempo de la pena, cuando nuestros padres habían partido, sucedió que nuestra vecina perdió a su esposo y a su hijo en un accidente automovilístico. Fuimos a visitarla para acompañarla pero el dolor era muy grande. Recuerdo ese momento tan intenso en que nos tomamos de las manos pero las palabras no acudían. Escuché que alguien comenzó a decir el Padrenuestro. No puedo decir que lo orábamos, porque en realidad lo repetíamos de memoria, pero mientras lo repetíamos y nuestras lágrimas fluían, algo pasaba en nuestro ánimo, algo que para mi fue el Espíritu de Dios desatando paz.
Si, Dios Todopoderoso merece toda nuestra gratitud por el misterio de su Amor.
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