Busqué a Jehová, y Él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Salmo 34: 4
Todos tenemos ciertas rutinas que hacen que nuestros días se deslicen con aquello que llamamos normalidad. En algún momento de ese trayecto, puede ocurrir algo imprevisto que nos toca interiormente. Puede ser algo muy sencillo como una suave llovizna, o cosas más complejas que afectan el trabajo, la familia, la salud o nuestras finanzas; en ese momento surge el temor: nos sentimos amenazados, confundidos, alarmados y atemorizados. Nos sentimos atrapados.
Poco a poco nuestra entereza se quiebra, nos sentimos débiles y en peligro. Pero hay esperanza. Eso es lo que nos cuenta el salmista: Busqué a Jehová, y Él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Es maravilloso pensar que David (quien escribió este Salmo) y tantos hombres y mujeres cuyos relatos conocemos a través de las Sagradas Escrituras, fueron librados de todos sus temores porque Dios escuchó su oración. Si hacemos memoria, estoy segura que todos los que confiamos en el Señor, encontraremos situaciones en que fuimos liberados, consolados y animados por el Espíritu de Dios que es real y poderoso. Hacer ese ejercicio nos bendice fortaleciendo nuestra fe, y nos capacita para bendecir otras vidas a nuestro alrededor, atrapadas en sus propios temores.
La cercanía del Señor nos trae el dulce alivio de su protección.
Todos tenemos ciertas rutinas que hacen que nuestros días se deslicen con aquello que llamamos normalidad. En algún momento de ese trayecto, puede ocurrir algo imprevisto que nos toca interiormente. Puede ser algo muy sencillo como una suave llovizna, o cosas más complejas que afectan el trabajo, la familia, la salud o nuestras finanzas; en ese momento surge el temor: nos sentimos amenazados, confundidos, alarmados y atemorizados. Nos sentimos atrapados.
Poco a poco nuestra entereza se quiebra, nos sentimos débiles y en peligro. Pero hay esperanza. Eso es lo que nos cuenta el salmista: Busqué a Jehová, y Él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Es maravilloso pensar que David (quien escribió este Salmo) y tantos hombres y mujeres cuyos relatos conocemos a través de las Sagradas Escrituras, fueron librados de todos sus temores porque Dios escuchó su oración. Si hacemos memoria, estoy segura que todos los que confiamos en el Señor, encontraremos situaciones en que fuimos liberados, consolados y animados por el Espíritu de Dios que es real y poderoso. Hacer ese ejercicio nos bendice fortaleciendo nuestra fe, y nos capacita para bendecir otras vidas a nuestro alrededor, atrapadas en sus propios temores.
La cercanía del Señor nos trae el dulce alivio de su protección.
Pintura: Carl Larsson
Suecia
1853 - 1919
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