Al que cabalga
sobre los cielos de los cielos,
que son desde la antigüedad!
Él hará oír su voz,
su poderosa voz.
Salmo 68: 33
Escuchamos la voz del Señor porque Él mismo lo hace posible. Él envía su poderosa voz, la misma que se escuchó en el principio cuando creó los cielos y la tierra. La que va acompañada del Espíritu de Dios, por eso hace temblar el alma y la despierta, habla al corazón y al penetrar en la mente oscurecida la ilumina y la atrae
a los pies de Cristo.
La voz gloriosa y santa del Señor es la que nos conduce por el camino correcto, pero es necesario acallar nuestras propias voces, nuestro diálogo interno. No lo lograríamos sin su ayuda
¡Oh Señor, haz oír hoy tu poderosa voz
en nuestro corazón!
a los pies de Cristo.
La voz gloriosa y santa del Señor es la que nos conduce por el camino correcto, pero es necesario acallar nuestras propias voces, nuestro diálogo interno. No lo lograríamos sin su ayuda
¡Oh Señor, haz oír hoy tu poderosa voz
en nuestro corazón!
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