A tí, Señor, clamaré;
al Señor suplicaré.
Salmo 30: 8
Hay ocasiones en que nos sentimos como David en este Salmo. La fragilidad de la vida se nos presenta de frente, nos sentimos desvalidos, angustiados y muy afligidos.
Pero también sabemos que el Señor está atento a nuestra súplica y que Él, en su misericordia, nos rescata y nos reviste con su gracia.
El Apóstol San Pablo escribiendo a los Romanos dice: "no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
En la cultura judía el término de la niñez está marcado por una ceremonia llamada Bar-Mitzbáen, alrededor de los 12 ó 13 años. A partir de su Bar-Mitzbáen, un niño pasa a formar parte de la comunidad en la devoción religiosa y tiene acceso a las Sagradas Escrituras o Torah.
En el periodo de la niñez usan la palabra "abba" que se podría traducir como papito en nuestro idioma, para referirse al padre de familia, igual como en otros países los niños usan la palabra "daddy". Pero después del Bar-Mitzbáen no está bien visto usar una palabra "infantil".
El Apóstol parece decirnos que cuando nos sentimos atemorizados, "huérfanos" y desvalidos, podemos clamar ¡Abba, Padre!
Dios muestra su ternura, su compasión, y nos acoge como sus pequeños hijos que somos. Recordemos también que Jesús cuando se sintió tan angustiado, horas antes de enfrentarse a cumplir su misión redentora, clamó a Dios usando esta expresión. (Evangelio según San Marcos)
Oh Padre, ¡Que gran consuelo, poder llamarte!
¡Qué gran consuelo recibir tu Amor tan tierno!
Pintura: Keith Proctor
4 comentarios:
En momentos difíciles nos sentimos niños desvalidos y corremos a buscar ayuda a Dios nuestro Padre.
Para nuestros padres seguimos siendo niños toda la vida, y nos acogen siempre.
Con mas razón Dios nuestro Padre nos ama y protege.
Un abrazo Clarissa, querida amiga.
DOY GRACIAS AL SEÑOR POR SUS RESPUESTAS DE BENDICIÓN. !!!
Es verdad, Francisco, para nuestro Dios somos los hijos de su corazón.
Gracias querido amigo, por tu compañía.
Un gran abrazo
Mi querido Roberto, nuestro Padre Dios siempre nos responde y nos bendice con su santo Amor.
¡Tenemos muchísimas razones para estar agradecidos!
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