Guardaré tu Ley siempre,
para siempre y eternamente.
Y andaré en libertad,
porque busqué tus mandamientos.
Salmo 119: 44, 45
Guardaré tu Ley siempre, para siempre y eternamente. El salmista no puede ser más enfático: "siempre, para siempre, eternamente", demuestra determinación, voluntad, entusiasmo, compromiso y amor por la Ley moral de Dios. Esa voluntad y ese deseo tan grande de agradar a Dios, sin duda es bendecido por el Señor. Lo bendice trayendo libertad y gozo infinito. Por una parte es el gozo multiplicado de vivir en la presencia del Señor y por otra parte, la libertad de vivir sin ataduras pecaminosas, la libertad de alabar a Dios con manos limpias y un corazón puro.
Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamiento. Buscar sus mandamientos, es tomarlos como norma de vida, es permitir que Dios escriba su Ley en nuestros corazones. El Espíritu de Dios nos asiste y nos da la fuerza del amor para lograrlo.
Sin el Espíritu de poder que viene de Dios, nuestra búsqueda sería inútil, porque nuestra naturaleza inconstante nos traiciona.
¡Oh Señor, danos el don maravilloso
de guardar tus mandamientos!
¡queremos ser libres para alabarte!
Pintura: Susie Pryor
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