Suba mi oración delante de ti
como el incienso,
el don de mis manos
como la ofrenda de la tarde.
Salmo 141: 2
Es muy hermosa la comparación que hace el salmista entre la oración y el incienso que es preparado cuidadosamente. Un fuego sagrado enciende en el alma la devoción y prepara cuidadosamente las palabras adecuadas para la adoración a Dios. Una vez presentada la oración, esperamos que llegue a su santa presencia, tal como el aroma agradable y suave del incienso.
Como la ofrenda de la tarde. Seguramente había un hábito diario de ofrecer adoración a Dios trayendo ofrendas especiales, escogidas con gran esmero, cuidadosamente dispuestas en el santo altar. Si hay ofrenda de la tarde, también había ofrenda de la mañana.
El salmista nos invita a cultivar hábitos sencillos pero significativos, para adorar a Dios todos los días de nuestra vida. Y que en ese acto de adoración quede sujeta nuestra debilidad y nuestros temores.
Oh Señor, que mi oración de hoy suba delante
de ti como el incienso
Quiero que mi ofrenda de hoy sea mi día y mi presente
Pintura: Victor Pasmore
No hay comentarios:
Publicar un comentario