sábado, 22 de junio de 2013

Por el valle




Dichoso el que tiene en Ti su
fortaleza
que sólo piensa en recorrer tus
sendas.
Cuando pasa por el valle de las
lágrimas
lo convierte en región de
manantiales;
también las lluvias tempranas
cubren de bendiciones el valle.
Salmo 84: 5, 6

Hay ocasiones en que nos sentimos atravesando un "valle de lágrimas", porque la tristeza se apodera del alma, convirtiendo nuestra vida en un sequedal. Esa aridez de nuestro espíritu es un verdadero desierto. Pero No hay "desierto" que el Señor no pueda convertir en manantial. 
Cuando traemos nuestras lágrimas a su presencia, Él las convierte en lluvia de bendiciones espirituales, y entonces el valle de las lágrimas lo convierte en región de manantiales

También puede ocurrir que nuestro  "valle de lágrimas" comience a ser un lugar donde nos acomodamos; entonces caemos en la auto-compasión. El salmista dice que teniendo nuestra fortaleza en el Señor, nuestro pensamiento se eleva y entonces podemos "pasar" o atravesar, el valle de las lágrimas.
Así que las dificultades de la vida, los días oscuros y de sufrimientos son en realidad, oportunidades para recibir las lluvias tempranas  que cubren de bendiciones el valle, del mismo modo como las flores de primavera cubren las praderas.

¡Oh Señor, Tu eres nuestra fortaleza!

Pintura: Naomi Okubo

2 comentarios:

Rosa dijo...

Clarissa, el domingo murió un amigo muy querido, compañero en los blogs, La Hoja del Arce. Lo he sentido muchísimo, porque a través de él comencé a rezar el rosario, una gracia que Dios y nuestra Madre me concedieron.

"Cuando traemos nuestras lágrimas a su presencia, Él las convierte en lluvia de bendiciones espirituales, y entonces el valle de las lágrimas lo convierte en región de manantiales". Gracias, me quedo con este fragmento tan hermoso.

Un beso muy grande, querida amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Qué tristeza Rosita, lo que me cuentas.
Una de las verdades más poderosas que he aprendido durante este tiempo, leyendo, estudiando, meditando y orando los Salmos, es que ante Dios todas nuestras emociones son válidas y Él acoge la honestidad y la humildad del corazón. Por eso podemos entregarle nuestras penas; su paz nos bendice y reconforta.

Muchas personas pasan por nuestra vida pero algunas son especiales; vienen para enseñarnos algo y son verdaderos mensajeros del Señor.
Gracias a Dios por la vida de tu amigo que te dejó algo que jamás olvidarás.

Un gran gran abrazo, querida amiga

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