un Salmo hecho Vida
Jehová, Dios mío,
a ti clamé y me sanaste.
Salmo 30: 2
Este Salmo de David, bien pudo haber sido recordado por la mujer que tocó el manto de Jesús y obtuvo sanidad.
El Evangelio según San Marcos nos relata un hecho conmovedor. Se trata de una mujer que buscó a Jesús como el último recurso para una cruel enfermedad -¿no son crueles todas las enfermedades?
En este caso, ella "desde hacía doce años padecía de flujo de sangre y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido" (*)
Aparte de todas las molestias propias de la enfermedad, sin duda, ella sufría la discriminación y el rechazo de todos, porque según la tradición judía, el flujo de sangre la hacía inmunda, impura, tabú. Cualquier persona que ella tocaba quedaba también impura.
La imagino saliendo a escondidas de su casa, acercándose a la multitud, tratando de pasar inadvertida, para luego poner todo su ser en ese gesto osado y arriesgado: tocar el manto del Maestro.
La mujer fue sanada al instante, sin mediar palabra alguna, sin intervención humana. Es sólo el acto de fe, el gesto sencillo, decidido y audaz que no pasa desapercibido para el Señor.
Parece insólita la pregunta de Jesús en medio de la multitud que lo rodeaba y lo apretaba: ¿Quién me ha tocado?. Pero entendemos que esta es la manera como el Señor confronta a la mujer. Ya está sana de su enfermedad, pero todas sus reservas espirituales y emocionales están agotadas. Me encanta pensar que en cada encuentro personal, Jesús se interesa por el ser humano en forma integral; es tan importante la salud del cuerpo como la renovación espiritual y emocional. Su mirada de compasión es autoridad, dulzura y, finalmente le dice a la mujer: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad"
Para esta mujer, un decidido gesto de fe le trae:
Para esta mujer, un decidido gesto de fe le trae:
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dignidad: Jesús la llama "Hija"
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salvación: liberación y alivio
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paz: la paz de Dios
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sanidad: por el poder de Dios
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libertad: para ir y venir a su gusto
¡Gracias Señor, porque vine a Ti y me sanaste!
Pintura: "Fe"
David-Esau Gil
(*) San Marcos cap. 5: 25-34
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