Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo.
¿Cuándo vendré y me presentaré
delante de Dios?
Salmo 42: 2
Este es un salmo donde se percibe un diálogo íntimo, una búsqueda imperiosa e impostergable; es la urgencia por encontrar a Dios,
sed de Dios, del Dios vivo.
Quizás la manera más gráfica de comprender esta sed de Dios es evocando el desierto, la tierra árida, estéril, sin vegetación. En el plano espiritual es así también y es la soledad y sequedad del alma la que anhela la fuente de agua viva, esa que "salta para Vida eterna", tal como Jesús le explicó a la mujer de Samaria.
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?. Como todos sabemos, no hay un momento en nuestras vidas en que Dios no esté presente. Especialmente cuando nos sentimos atravesando un desierto, Él va a nuestro lado y va preparando el encuentro. Por eso se produce esa sensación tan dulce, cuando acudimos delante de Él y sentimos que nos sale al encuentro.
La ausencia de Dios es un desasosiego, un vacío ciego que clama sediento, día y noche. No es suficiente admitir que existe Dios, o sentirse cristiano, o creyente. Es el deseo apasionado por la presencia del Dios vivo, real y verdadero.
San Agustín dijo: "Dios nos hizo para Él, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Él"
¡Oh Señor, sacia hoy nuestra sed de ti!
sed de Dios, del Dios vivo.
Quizás la manera más gráfica de comprender esta sed de Dios es evocando el desierto, la tierra árida, estéril, sin vegetación. En el plano espiritual es así también y es la soledad y sequedad del alma la que anhela la fuente de agua viva, esa que "salta para Vida eterna", tal como Jesús le explicó a la mujer de Samaria.
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?. Como todos sabemos, no hay un momento en nuestras vidas en que Dios no esté presente. Especialmente cuando nos sentimos atravesando un desierto, Él va a nuestro lado y va preparando el encuentro. Por eso se produce esa sensación tan dulce, cuando acudimos delante de Él y sentimos que nos sale al encuentro.
La ausencia de Dios es un desasosiego, un vacío ciego que clama sediento, día y noche. No es suficiente admitir que existe Dios, o sentirse cristiano, o creyente. Es el deseo apasionado por la presencia del Dios vivo, real y verdadero.
San Agustín dijo: "Dios nos hizo para Él, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Él"
¡Oh Señor, sacia hoy nuestra sed de ti!
Pintura: Maxfield Parrish
No hay comentarios:
Publicar un comentario