Hemos vivido el segundo domingo de Adviento,
y es como detenerse un momento en una estación,
para seguir nuestro viaje con más devoción
y más expectativas por la celebración
que se avecina.
Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que
los pastores les decían.
Evangelio según San Lucas 2:18
Esta semana recordamos la presencia de los pastores, en la escena de aquella primera Navidad: privilegiados espectadores de la gloria de Dios sobre la tierra, grandes invitados al lugar santo en el pesebre de Belén, protagonistas activos en la
adoración al santo Niño.
El impacto de la experiencia que vivieron aquellos pastores, es imposible que no haya cambiado sus vidas. Es probable que no terminaran jamás de narrar todo lo que vieron y escucharon. La bendición de haber presenciado la gloria de Dios, se multiplicó y se derramó sobre aquellos que escuchaban sus relatos; amigos, vecinos y familiares supieron de primera fuente cada detalle y se maravillaron de lo que los pastores les decían.
Lo maravilloso para nosotros hoy, al recordar la experiencia de aquellos sencillos hombres, es darnos cuenta que los tesoros más profundos y gloriosos del Reino de Dios están al alcance de todos, aún de los que menos recursos tienen.
Cantemos junto a los pastores y junto al salmista:
Bendito Su nombre glorioso para siempre,
y toda la tierra sea llena de Su gloria.
Amén y Amén.
Salmo 72:19
Pintura: Guido Reni
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