Los cielos proclaman la gloria de Dios
y el firmamento despliega la destreza de
sus manos.
Día tras día no cesan de hablar;
noche tras noche lo dan a conocer.
Hablan sin sonidos ni palabras;
su voz jamás se oye.
Sin embargo su mensaje se ha difundido
por toda la tierra
y sus palabras, por todo el mundo.
Salmo 19: 1, 2, 3, 4
NTV
El salmo 19 es un Salmo de David. Podemos imaginar que está inspirado en aquellas noches en el campo, mientras cuidaba sus rebaños de ovejas, meditando y sobrecogido por un cielo tachonado de estrellas. Nos habla de esa voz del firmamento, tan clara y tan poderosa que no tiene equivalencia en el discurso o idioma humano.
Muchas veces había leído este salmo, especialmente estos primeros versos que son muy conocidos. Pero esta vez me he preguntado, a propósito de aquella voz tan pura y "silenciosa", ¿cómo, y qué son mis palabras? ¿cómo son mis pensamientos?
Tenemos que reconocer que tenemos una lengua contaminada, pensamientos dispersos y erráticos. Y sin embargo es todo lo que tenemos, para cantarle a nuestro Dios Todopoderoso.
Tenemos que reconocer que tenemos una lengua contaminada, pensamientos dispersos y erráticos. Y sin embargo es todo lo que tenemos, para cantarle a nuestro Dios Todopoderoso.
Por eso el salmista termina su canto siendo muy consciente de la necesidad de que Dios santifique sus palabras y sus pensamientos. Nosotros nos unimos a esa oración:
Que las palabras de mi boca
y la meditación de mi corazón
sean de tu agrado,
Oh Señor, mi Roca y mi Redentor.
Foto de María Gracia Subercaseaux
1 comentario:
Asi es... los cielos proclaman la gloria de Dios! Oh, my Lord! I sing to you with all my heart! I love you, Lord!!
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