Porque no menospreció ni rechazó
el dolor del afligido,
ni de él escondió su rostro;
sino que cuando clamó a Él,
lo escuchó
Salmo 22: 24
Creo que todos hemos experimentado, alguna vez, la sensación de que nuestras aflicciones son minimizadas por nuestros cercanos. En ocasiones escuchamos decir "ya estás con tus quejas!" y todo lo demás.
Es muy consolador saber que Dios toma en cuenta nuestros dolores y escucha nuestras súplicas. Él sabe consolarnos y mostrarnos su misericordia. En cuanto clamamos a Él, somos llenos de su paz y la seguridad de su amor.
¡Gracias Señor por tus promesas eternas!
Ilustración
Henriette Willebeek le Mair
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