Aunque la higuera no florezca
ni en las vides haya frutos
aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den
mantenimiento,
aunque las ovejas sean quitadas
de la majada,
Y no haya vacas en los corrales,
con todo, yo me alegraré
en Jehová,
me gozaré en el Dios
de mi salvación.
Jehová, el Señor es mi fortaleza;
Él me da pies como de ciervas,
y me hace caminar
por las alturas.
Habacuc 3:17, 18 y 19
Es verdad que este texto no está en el Libro de los Salmos. Sin embargo tiene todas las características de un Salmo.
No se dispone de mucha información en relación al profeta Habacuc, pero esta declaración de fe es realmente abrumadora. Se trata de la total seguridad y fe de un hombre, en los designios de Dios, en la sabiduría y los tiempos de Dios.
El libro de Habacuc es el relato de un diálogo de confianza entre Dios y el profeta. Comienza con un tono de mucha queja. En cierto modo el profeta parece confrontar a Dios. Le dice, por ejemplo: "¿Hasta cuando, Jehová, gritaré sin que Tú escuches, y clamaré a causa de la violencia sin que Tú salves?" (Libro de Habacuc 1:2)
Pero el diálogo entre Dios y el profeta continua. Dios responde, y esa respuesta es tan contundente que termina con las dudas. El profeta no puede menos que cantar esta suprema alabanza a Dios, donde está diciendo: "Aunque ni siquiera tenga con qué alimentarme"
con todo, yo me alegraré
en Jehová,
me gozaré en el Dios
de mi salvación.
En este "Aunque", queda expresada la convicción profunda de que Dios, el Padre Eterno, sigue teniendo todo bajo su soberanía. Podemos descansar en su misericordia.
Calle en Auvers
Vincent Van Gogh
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