Hazme andar por el camino de tus mandamientos
porque allí es donde encuentro
mi felicidad
Salmo 119: 35
La felicidad del alma se parece a la paz y a la
belleza del silencio en la música.
Saber que se actúa con corrección produce satisfacción en las personas nobles y prudentes, pero saber que nuestros actos testifican de nuestra fe es algo superior que glorifica a Dios y trae alegría y felicidad al corazón, porque es el Señor
quien nos da ese regalo.
Hazme andar por el camino de tus mandamientos. Cuando el salmista hace esta súplica está plenamente consiente de cuántas distracciones, entretenciones, curiosidades, diversiones y cosas "interesantes" se presentan en el camino. Pero ya no quiere satisfacciones efímeras; anhela la felicidad del alma, verdadera y eterna.
No se trata de cerrar los ojos y tapar nuestros oídos. Los esfuerzos personales son importantes: la perseverancia y la voluntad rinden su fruto pero producen cansancio y un agotamiento que finalmente nos hará "tirar la toalla". Perseverar en el camino de los mandamientos del Señor se logra solo con su ayuda, cuidando cada paso, disponiendo el corazón y la voluntad para Él en un acto de amor y fe; dando espacio para que actúe su santa misericordia.
¡Oh Señor, ayúdame para que hoy pueda
caminar en tus mandamientos!
Pintura: Erin Cone
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