Aderezas mesa delante de mí
en presencia de mis
angustiadores;
unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebozando.
Salmo 23: 5
Es interesante como se lee este verso en la versión
"Nueva Traducción Viviente":
Me preparas un banquete
en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
Mi copa se desborda de bendiciones
Al igual que muchos cristianos alrededor del mundo, el Salmo 23, el Salmo del Buen Pastor, me ha acompañado desde mi niñez. Pero ha sido ahora, al leerlo y estudiarlo, evitando repetirlo de memoria, que este verso me ha inquietado. Confieso que tuve la tentación de dejar de lado aquello de: Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.
El salmista parece encontrar una gran satisfacción en exhibir ante sus enemigos toda la prosperidad y abundancia que el Señor le ha dado (como mirando por encima del hombro). ¿No es esta una reacción infantil, por decirlo de alguna manera?
Creo que los salmos son la auténtica voz del alma frente a Dios y son también un espejo de nuestras propias emociones. Con toda seguridad mi inquietud por la frase que comento, viene de mi propio prejuicio y mi propia actitud ante una situación semejante, actitud en la que cualquiera de nosotros podría caer reiteradamente. Puede que alguno de mis fieles lector@s tenga una opinión distinta y la quiera compartir. Sería genial.
Una cosa es cierta, la mayor bendición de Dios es su perdón y la justificación a través de Jesucristo. El oleo sagrado de su bendición no tiene límite, es derramado sobre nuestras cabezas y se desborda, alcanzando nuestros hogares y todo nuestro círculo inmediato.
¡Oh Señor, nos honras con tus bendiciones!
Imagen: Cofia akha, Muang Sing al noreste de Laos
La cofia está hecha sobre un armazón de bambú,
con piezas de pata, cascabeles, perlas de cristal,
borlas, pelos de cabra y flores frescas
(del libro de Catherine Legrand)
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