miércoles, 8 de enero de 2014

Compasión y libertad

Compadécenos, Señor, compadécenos,
¡ya estamos hartos de que nos desprecien!


Ya son muchas las burlas que hemos sufrido;
muchos son los insultos de los altivos,
y mucho el menosprecio de los orgullosos.

Salmo 123:3,4




Compadécenos, Señor, compadécenos

este mismo verso en otra versión:
"Ten misericordia de nosotros,
oh Señor, ten misericordia de nosotros"

Vivimos bajo la misericordia de Dios. Podemos entregarle a Él todos nuestros conflictos en un diálogo abierto y de confianza.

Dios ejerce su poderío y su soberanía sobre todas las cosas y sobre todo lo que existe. La distancia entre  Él y nosotros es enorme porque Dios sigue siendo eterno, santo, infinito y perfecto; pero al enviar a su Hijo Jesús a vivir entre los hombres esa distancia se acortó drásticamente.
Me encanta como  ha traducido el teólogo contemporáneo Eugene H. Peterson, el versículo 14 del primer capítulo del Evangelio según San Juan:

El Verbo se hizo hombre
y se mudó al vecindario.
Vimos la gloria con nuestros propios ojos,
la gloria única
como el Padre, así el Hijo
generoso por dentro y por fuera
verdadero de principio a fin


Mudarse a nuestro "vecindario", a nuestra "aldea global", es el gesto de Amor supremo de Dios. Por una parte nos deja vislumbrar algo de la gloria de Dios y por otra parte, los ojos de Jesús miran con compasión toda la contingencia humana del diario vivir.  El Señor  se compadece de nuestras limitaciones, nuestras carencias, nuestra pequeñez de telenovela en la que muchas veces quedamos atrapados.

El salmista expresa confiadamente, con entera libertad, todo lo que está en su corazón, porque conoce la misericordia de Dios, que no ha cambiado y está disponible hoy para nosotros, sus hijos.

Fotografía de Helmut Ignat
(National Geographic)

2 comentarios:

Zambullida dijo...

¡Qué sería de nosotros sin esa compasión! Ni imaginármelo puedo.

Me he sentido muy identificada con esos versículos del Salmo 123.

Clarissa Rodriguez dijo...

Zambullida!

Gracias por tu compañía y comentario.

El salmo 123 mos enseña a buscar la compasión del Señor, sin olvidar su auroridad.
Estamos siempre expuestos a muchas formas de persecución, burla y menosprecio de quienes no se someten a la autoridad de Dios. Al presentar estas situaciones ante el Señor podemos descansar en su compasión y misericordia.

Un abrazo, amiga

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