Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño
Salmo 34: 13
Este consejo del salmista comienza con un cariñoso: "venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré" y plantea una serie de consejos que buscan honrar a Dios.
El temor del que habla David no es el temor servil, que obedece a Dios por temor al infierno. Tampoco es el temor por conveniencia, para evitar perder status. El temor del que habla el salmista se trata de un esfuerzo consciente por agradar a Dios, porque le amamos con todo el corazón.
Guarda tu lengua del mal. Este consejo tiene relación con lo que Jesús nos enseñó: "Pero sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no", porque lo que es más de esto, de mal procede". Lo dice además quien se definió como La Verdad y la Vida.
Guarda tu lengua del mal. El Apóstol San Pedro en su primera epístola universal lo reitera claramente: "el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su legua de mal, y sus labios no hablen engaño.
Estoy convencida de que agradar a Dios no tiene que ver con cesar de obrar mal, sino que se trata de que obremos bien, en forma correcta, como hijos de Dios. Cuando ese deseo lo expresamos en oración, Dios nos bendice capacitándolos para toda buena obra.
Este consejo del salmista comienza con un cariñoso: "venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré" y plantea una serie de consejos que buscan honrar a Dios.
El temor del que habla David no es el temor servil, que obedece a Dios por temor al infierno. Tampoco es el temor por conveniencia, para evitar perder status. El temor del que habla el salmista se trata de un esfuerzo consciente por agradar a Dios, porque le amamos con todo el corazón.
Guarda tu lengua del mal. Este consejo tiene relación con lo que Jesús nos enseñó: "Pero sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no", porque lo que es más de esto, de mal procede". Lo dice además quien se definió como La Verdad y la Vida.
Guarda tu lengua del mal. El Apóstol San Pedro en su primera epístola universal lo reitera claramente: "el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su legua de mal, y sus labios no hablen engaño.
Estoy convencida de que agradar a Dios no tiene que ver con cesar de obrar mal, sino que se trata de que obremos bien, en forma correcta, como hijos de Dios. Cuando ese deseo lo expresamos en oración, Dios nos bendice capacitándolos para toda buena obra.
Ilustración: Vintage card
tomada de la web
2 comentarios:
Este versículo me recuerda lo que dice Satiago 3: 5-7. Santiago compara la lengua con un gran incendio. La lengua no controlada puede causar un daño terrible. Palabras ociosas y detestables hacen mucho daño porque esparcen destrucción rápidamente y no se puede parar los resultados una vez que se hablan .... Aunque se pida disculpas más tarde, las cicatrices permanecen. Antes de hablar debemos recordar que las palabras son como el fuego - no se puede controlar ni revertir el daño que pueden hacer
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This verse reminds me what Santiago 3: 5-7 says. James compares the tongue to a rampant fire. The uncontrolled tongue can cause terrible damage. Idle and hateful words do much damage because spread destruction very fast and you no longer can stop the results once spoken.... Even if we apologize later, the scars remain. Before we talk we must remember that words are like fire - you can not control or reverse the damage they can do.
Gracias mi querida Glad-is por tus aportes.
Una amiga mía solía decir:
"Dios nos hizo con dos ojos, porque es necesario mirar muy bien, examinarlo todo y también para disfrutar de su creación. Nos hizo con dos oídos para escuchar, escucharnos y escucharlo a Él. Pero solo nos dio una boca... por algo será"
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